En México, una nación de más de 126 millones de almas, apenas un pequeño porcentaje, el 19.8%, confía sus ahorros a las instituciones financieras. Esta cifra revela una profunda desconfianza y una marcada tendencia hacia métodos de ahorro tradicionales y, a menudo, riesgosos. Las imágenes evocadoras de abuelas escondiendo dinero en floreros, o de familias que prefieren el colchón a un banco para guardar sus ahorros, no son meras anécdotas. Son la realidad para más de 30 millones de mexicanos que optan por el "guardadito en el colchón", según datos de la CONDUSEF.
Este fenómeno se arraiga en varias causas. La educación financiera en el país es insuficiente, dejando a un lado la comprensión de los beneficios y seguridad que ofrecen las instituciones financieras. Además, las tradiciones y hábitos de ahorro pasados de generación en generación juegan un papel crucial, así como una profunda desconfianza hacia los bancos y otras entidades financieras.
A pesar de estos retos, muchas personas recurren a las "Tandas" como una forma comunitaria de ahorro. Sin embargo, este método no está exento de riesgos, como la posible malversación de fondos por parte de quien organiza la tanda, el robo del dinero ahorrado o la pérdida total debido a desastres naturales.
Los datos son claros: el 78.5% de los mexicanos ahorra, pero solo el 30% tiene conocimientos de educación financiera. Peor aún, apenas el 1% invierte, y solo el 39% cuenta con una cuenta de retiro, anticipando un futuro incierto para la vejez de muchos. A medida que la población envejece, con una proyección de triplicar a los mayores de 60 años para 2050, la necesidad de fomentar una cultura del ahorro se vuelve más urgente que nunca.
Frente a este panorama, el desafío es monumental. No solo se trata de cambiar hábitos arraigados, sino también de aumentar la confianza en las instituciones financieras y mejorar la educación financiera en todos los niveles de la sociedad. La meta es clara: transformar la forma en que los mexicanos ven el ahorro y la inversión, para garantizar un futuro más seguro y estable para las próximas generaciones. Este es un llamado a la acción para todos: gobierno, sector financiero y ciudadanía. Juntos, podemos cambiar el curso de nuestra economía personal y nacional, hacia un futuro donde el ahorro y la inversión sean pilares de nuestra seguridad financiera.