Apolonia Romero, de 77 años, se enfrenta al Parkinson avanzado, una enfermedad que ha limitado su movilidad y su capacidad de comunicación. Vive en la sierra, lejos de atención médica adecuada. En su comunidad no hay médicos ni acceso a medicamentos, lo que la obliga a viajar a la ciudad cada tres meses para recibir el tratamiento necesario. Su hija la acompaña en estos viajes, que se han convertido en una carga pesada. Para el transporte, Apolonia y su esposo deben reunir 600 pesos, mientras que la consulta médica asciende a 900 pesos. A estos costos se suman los medicamentos, cuyos precios con
Aunque lo ideal sería que Apolonia asistiera a consultas más frecuentes, la realidad es que estas son esporádicas, ya que no pueden costearlas. Los síntomas del Parkinson pueden variar en cada persona y suelen aparecer de manera gradual. En las primeras etapas, pueden ser leves y pasar desapercibidos. Generalmente, los síntomas comienzan en un lado del cuerpo y pueden empeorar con el tiempo. Algunos de los síntomas más comunes incluyen: temblores en las extremidades, lentitud en los movimientos, rigidez muscular, deterioro de la postura y el equilibrio, cambios en el habla y pérdida de movimientos automáticos con
Al llegar a la ciudad, Apolonia se hospeda en la modesta casa de su hija Carmen, donde las condiciones son tan duras como en su propio hogar. La enfermedad avanza, y la falta de acceso a un sistema de salud adecuado le impide enfrentar su situación. Apolonia necesita urgentemente una silla de ruedas, ya que su capacidad para caminar ha disminuido. Su familia agradecerá cualquier tipo de apoyo. Para quienes deseen ayudar, se pueden comunicar al 6181549067. Cada visita a la ciudad es un recordatorio de la batalla diaria que enfrenta: no solo contra el Parkinson, sino contra la falta de recursos.