Gabriela enfrenta una lucha constante para sacar adelante a su familia. Con tres nietos y el bebé de su nieta bajo su cuidado, su vida es una batalla diaria. Sin embargo, su mayor preocupación es Luis, su nieto que sufre esquizofrenia. Su hija, la madre de los niños, los abandonó cuando eran pequeños, dejándolos a merced de la pobreza. Esta situación agrava aún más el reto de cuidar a un paciente con una enfermedad mental crónica sin acceso a un sistema de salud adecuado.
Sin seguro médico, Gabriela depende del psiquiátrico para obtener los medicamentos que Luis necesita, pero estos casi nunca están disponibles. Mensualmente, debe gastar 2,000 pesos de su bolsillo, una cantidad que no puede cubrir. El único apoyo económico que recibe es una ayuda de 3,000 pesos, que llega cada dos meses.
El psiquiátrico ya no admite pacientes crónicos como Luis. Las recientes normativas limitan el tiempo de hospitalización, obligando a dar de alta a los pacientes antes de que estén realmente estabilizados. Esto deja a familias como la de Gabriela en una situación desesperada, sin acceso a la atención médica.
En México, se estima que más de un millón de personas padecen esquizofrenia. Esta enfermedad afecta gravemente el pensamiento, las emociones y el comportamiento, y suele manifestarse entre los 16 y 25 años, en un momento crucial de la vida de los hombres.
Gabriela también enfrenta sus propios problemas de salud, pero no puede permitirse cuidar de sí misma. La falta de apoyo gubernamental hacia los pacientes con enfermedades mentales es evidente, y para Gabriela, pagar un hospital privado es impensable. La desesperación del consumo, y su situación, como la de muchas familias en México, permanece invisible, atrapada entre la pobreza y la indiferencia.