Se enfrenta a una situación económica crítica tras el fallecimiento de su esposo. Rosa Ruíz, de 64 años, originaria de Chihuahua, Rosa se mudó a Durango hace 20 años con la esperanza de una vida mejor, sin embargo, la muerte de su esposo ha exacerbado sus dificultades financieras. La falta de ahorros y de un empleo estable hizo que el costo del funeral fuera una carga económica insostenible, para cubrir estos gastos, Rosa se vio obligada a vender parte de sus bienes personales.
A pesar de haber trabajado como secretaria durante 22 años, Rosa ahora está desempleada y al no haber tenido presentaciones hoy se encuentra en una situación de crisis económica. La edad y la discriminación en el mercado laboral limitan sus oportunidades, ya que los empleadores a menudo prefieren a los candidatos jóvenes. Esta situación ha dejado a Rosa y a su familia en una posición precaria.
Actualmente, Rosa vive en la colonia Masié con sus dos hijos. Uno de ellos, que es sordo mudo, busca trabajos ocasionales, además recurre a la recolección de latas para vender y obtener algún ingreso, su otro hijo, se dedica a la construcción pero su empleo no es algo fijo. Estas actividades y trabajos apenas cubren las necesidades básicas de la familia.
La salud de Rosa también contribuye a sus problemas económicos, sufre de hipertensión, que, a pesar del tratamiento proporcionado por el seguro, sigue sin controlarse adecuadamente. La falta de ingresos estables y la constante inestabilidad laboral agravan la situación, haciendo que la cobertura de necesidades básicas como alimentación y vivienda sea una lucha diaria.
La historia de Rosa Ruíz ilustra la difícil realidad de muchas personas mayores que enfrentan barreras laborales y económicas en su etapa de vida, agravadas por la falta de un soporte adecuado y la necesidad de ingresos constantes.