Durango se encuentra en estado de alerta. Las ráfagas de viento, han alcanzado velocidades de hasta 70 km/h, dejando a su paso un panorama de riesgo y desafío que amenaza a todos los duranguenses.
El viento, un aliado de la naturaleza que, en ocasiones, se convierte en un enemigo formidable, ha sacudido nuestra ciudad. Con ráfagas sostenidas de 40 km/h, el peligro acecha en cada esquina, especialmente para las frágiles ramas de nuestros árboles urbanos.
La situación es tan crítica que la Dirección de Protección Civil Municipal no tuvo más opción que emitir un comunicado, una señal de alerta que no podemos ignorar. Parques y jardines, lugares que normalmente se llenan de risas y esparcimiento, hoy están sellados por la prudencia. ¿La razón? Salvaguardar vidas.
Los trabajadores de Servicios Públicos Municipales, los héroes anónimos de nuestra ciudad, se ven en la obligación de pedir a los ciudadanos que se encuentran paseando que abandonen estas áreas por su propia seguridad. Un llamado que no puede ser ignorado, ya que el viento no entiende de deseos ni peticiones.
Es un recordatorio de la fragilidad humana ante la furia de la naturaleza, un llamado a la precaución y la solidaridad. En estas circunstancias, todos somos responsables de nuestra seguridad y la de nuestros seres queridos. Ceder ante la prudencia es un acto de valentía, y es el único camino sensato ante un enemigo invisible que, en cualquier momento, puede desatarse con más fuerza. Sigamos atentos a las indicaciones de las autoridades y cuidémonos mutuamente. Nuestra ciudad nos necesita a todos para superar esta prueba.