En la era digital, la línea entre lo virtual y lo real se desvanece rápidamente. Lo que no figura en redes sociales parece inexistente, pero incluso lo que sí aparece, real o no, acarrea consecuencias tangibles. Esta es la lección que Adriana Porras Zubiría, presidenta de CANIRAC en Durango, aprendió de la manera más dura tras ser víctima de un sofisticado hackeo.
Hace apenas una semana, Porras Zubiría revelaba que delincuentes habían usurpado su identidad online para solicitar dinero a su nombre. La situación escaló rápidamente cuando se confirmó que dos de sus contactos, engañados por la artimaña, realizaron depósitos económicos, creyendo estar apoyando a la empresaria en una situación de emergencia.
Esta clase de fraude digital es un reflejo de una tendencia preocupante en el país. Según datos de Banxico, se registran anualmente más de 80 mil millones de intentos de hackeo, una cifra que resalta la magnitud del desafío que enfrentan tanto individuos como instituciones.
El caso de Porras Zubiría tomó un giro aún más sombrío cuando tres personas, aparentemente miembros de una misma familia, le enviaron mensajes intimidatorios tras haber sido defraudados por 9 mil pesos, dinero que fue a parar a una cuenta falsamente abierta en su nombre. Esto refleja no solo la vulnerabilidad de los ciudadanos ante el cibercrimen, sino también la astucia de los delincuentes que explotan las facilidades tecnológicas para su beneficio ilícito.
La adaptación de las instituciones bancarias hacia servicios digitales ha tenido el objetivo de facilitar las operaciones diarias de los usuarios, pero esta misma conveniencia se ha convertido en una herramienta para los cibercriminales. La historia de la familia Porras es un recordatorio de que nadie está exento de ser objetivo de estas prácticas fraudulentas.
Expertos en ciberseguridad, como David Anaya, advierten sobre la importancia de proteger nuestra información personal en redes sociales y otros espacios digitales. La era de la información nos ha dotado de herramientas poderosas, pero su uso indebido puede tener consecuencias devastadoras. Según Banxico, solo hasta septiembre de 2023, los ciberdelincuentes habían sustraído más de 67 millones de pesos, demostrando que el peligro no necesita de la violencia física para ser efectivo.
En un mundo cada vez más conectado, la seguridad digital se convierte en una prioridad ineludible. Es imperativo adoptar medidas de protección en nuestros dispositivos y ser críticos con la información que compartimos en línea. La experiencia de Porras Zubiría en Durango es una llamada de atención: el ciberdelito está más cerca de lo que pensamos, y es responsabilidad de todos prevenir su avance.