La problemática que enfrentan los agricultores se encuentra directamente vinculada con la presencia de intermediarios, quienes constituyen un factor determinante en el aumento de los precios de los productos agrícolas.
Aquellos agricultores cuyos ingresos dependen en su totalidad de las cosechas que cultivan se ven obligados a enfrentar una difícil elección: vender sus productos a los intermediarios a un precio reducido pero de manera rápida, o esperar y asumir el riesgo de no lograr concretar ninguna venta.
Esta disyuntiva coloca a los agricultores en una posición delicada, ya que, por un lado, la necesidad de liquidez los impulsa a optar por la venta rápida, aunque a un costo menor. Por otro lado, la espera conlleva el riesgo de no poder comercializar su producción, lo que afecta directamente sus ingresos y sostenibilidad económica.
En este contexto, algunos agricultores que anteriormente dependían exclusivamente de sus cosechas se ven obligados a explorar alternativas para enfrentar la incertidumbre del mercado. Un ejemplo de ello es el señor Regino, quien ha buscado diversificar sus fuentes de ingresos y adoptar estrategias que le permitan sortear los desafíos impuestos por la intermediación en la cadena de comercialización.
Lamentablemente, no todos los agricultores cuentan con el presupuesto necesario para diversificar sus actividades. Esta limitación financiera los confina a depender únicamente de sus cultivos, convirtiéndolos en presa fácil para los intermediarios, quienes se aprovechan de esta situación para obtener beneficios a expensas de los productores.
La dependencia exclusiva de la agricultura como fuente de ingresos pone de manifiesto la vulnerabilidad de muchos agricultores ante las prácticas comerciales de los intermediarios. La falta de recursos para explorar otras opciones económicas limita sus posibilidades y los deja a merced de un sistema que no siempre vela por sus intereses.