Originalmente, las imponentes estructuras que albergan el actual Centro Cultural y de Convenciones Bicentenario estaban destinadas a ser un hospital de estilo europeo, diseñado en el año 1899. Sin embargo, el presupuesto inicial resultó ser considerablemente mayor de lo previsto, lo que llevó a replantear su función inicial. Estos edificios, con su arquitectura majestuosa y detalles cuidadosamente diseñados, debían adaptarse a una nueva vocación.
Antes de la revolución que marcó un cambio radical en la historia de la región, estas instalaciones fueron rehabilitadas para dar lugar a la 4ta exposición regional de Durango. Aquella exposición fue un rotundo éxito, capturando la atención de visitantes y residentes por igual. Sin embargo, el destino de este lugar emblemático estaba destinado a sufrir transformaciones significativas en las décadas posteriores.
En el año 1937, en un contexto político y social complejo, el control del inmueble fue tomado por las fuerzas militares. Bajo su administración, el lugar adquirió una nueva identidad y se convirtió en el famoso internado "Juana Villalobos". Durante este período, el edificio se llenó de vida, albergando a jóvenes estudiantes que, día tras día, contribuyeron a escribir su propia historia en los pasillos y aulas de este antiguo hospital transformado.
Con el paso del tiempo, el panorama político y social volvió a cambiar, llevando consigo nuevas oportunidades y desafíos para estas venerables estructuras. Finalmente, en un capítulo más reciente de su historia, el antiguo hospital y posteriormente internado, fue transformado nuevamente para convertirse en lo que hoy conocemos como el Centro Cultural y de Convenciones Bicentenario. Este espacio se erige como un símbolo de la riqueza histórica y cultural de la región, albergando eventos, exposiciones y encuentros que enriquecen el tejido cultural de la comunidad.
El Centro Cultural y de Convenciones Bicentenario se erige como un testimonio de la capacidad humana para adaptar y revitalizar estructuras históricas, otorgándoles un nuevo propósito en el presente. Su historia, marcada por cambios y transformaciones, sirve como recordatorio de la importancia de preservar nuestro patrimonio arquitectónico y cultural, para que las generaciones futuras puedan apreciar y aprender de las huellas del pasado que perduran en estos majestuosos edificios.