En el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI), han acudido miembros de diversas comunidades indígenas, quienes se han sentido víctimas de discriminación por parte de la población mestiza. Además, manifiestan una marcada carencia de representación en los espacios donde se gestan y determinan las leyes que rigen la sociedad. A pesar de los avances, como la reciente instauración del distrito indígena, persiste la aspiración de que la persona ocupando esta posición ostente un origen étnico indígena y encarne por completo esta herencia cultural. Esto aseguraría que las decisiones tomadas reflejasen de manera armónica y auténticamente las tradiciones y normas consuetudinarias arraigadas en estas poblaciones ancestrales.
Uno de los puntos cruciales radica en la necesidad de evitar situaciones como la acontecida recientemente, cuando se convocó a una votación que muchas comunidades no pueden atender. Este obstáculo, derivado de la celebración de ceremonias sagradas propias de su legado ancestral, impidió que sus voces fueran escuchadas y tomadas en cuenta. Estas ceremonias, impregnadas de profundo significado espiritual y arraigo cultural, se tornan inamovibles para aquellos que las practican, imposibilitando su asistencia a eventos concurrentes. Es imperativo que estas festividades trascendentales no sean eclipsadas por agendas ajenas, garantizando así la autenticidad y resonancia de las voces que con tanto empeño luchan por su reconocimiento.
La lucha por la igualdad y la justicia continúa en múltiples frentes, y en el ámbito de la representación y participación indígena, no es diferente. Es hora de considerar seriamente la posibilidad de que aquellos que toman decisiones en estos alrededores sean directamente provenientes de estas comunidades, con una comprensión intrínseca y empática de sus necesidades y valores. De esta forma, se aseguraría una coexistencia armoniosa entre las estructuras legales modernas y las antiguas prácticas culturales que han resistido el paso del tiempo.
La búsqueda de una representación genuina y el contraste de las decisiones con sus usos y costumbres deben ser prioritarias. Al mirar hacia el futuro, es fundamental aprender de los errores pasados ??y garantizar que las voces sagradas y ancestrales no sean silenciadas, sino que resuenen en cada decisión que afecta a quienes las han mantenido vivas a lo largo de generaciones.