Las casas hogar representan una oportunidad para los menores que, por diversas razones, no pueden permanecer en sus hogares de origen. En Durango, la Casa Hogar del DIF Estatal alberga a 199 niños y niñas, muchos de los cuales llegan con traumas de abuso, abandono o violencia. Estos niños, algunos con problemas emocionales y de desarrollo, enfrentan un largo camino hacia la estabilidad. Aunque cuentan con alojamiento, alimentación y atención, la incertidumbre de un futuro sin familia sigue presente.
De los 199 menores, 80 son adolescentes que participan en el programa Villa Esperanza, cuyo objetivo es prepararlos para una vida independiente. Estos jóvenes tienen la posibilidad de crear un proyecto de vida, pero al cumplir la mayoría de edad deben decidir si seguir en la institución o salir al mundo exterior. Aunque este proceso busca darles herramientas para un futuro mejor, la transición no es fácil y muchos enfrentan el miedo de ser olvidados, especialmente los más pequeños, que temen no ser adoptados.
En junio de 2024, el DIF Estatal Durango contaba con 162 niñas, niños y adolescentes en Casa Hogar y 50 niñas y adolescentes en Centro Mi Casa. De los niños en casa hogar sólo 27 fueron adoptados.
Si bien las casas hogar son un refugio para estos menores, no dejan de ser un recordatorio constante de la ausencia de sus familias. Los niños que llegan a estas instituciones son removidos de sus hogares por situaciones difíciles y enfrentan grandes desafíos emocionales y psicológicos.
El esfuerzo por ofrecerles una vida digna es notable, pero no podemos olvidar la gran carga emocional que estos niños llevan consigo. La Casa Hogar se convierte en su refugio, pero también en un recordatorio constante de la ausencia de sus familias. Enfrentan un proceso de sanación y adaptación que no solo requiere atención institucional, sino también la solidaridad de la sociedad para asegurarles un futuro lleno de oportunidades y, sobre todo, de amor.