Fueron en su momento, motivo de orgullo para los duranguenses. Pero luego, algo pasó, y se quedaron en el olvido. Son obras "emblemáticas" que tuvieron la finalidad de hermosear la ciudad, pero que hoy son un punto de peligro para la sociedad y refugio para personas sin hogar.
Se trata de las Fuentes Danzantes o Danzarinas del paseo Cantarranas. Obra que inició su construcción el 23 de abril de 2008. En la administración de Ismael Hernández Déras.
Desde un principio fueron muy cuestionadas. Por el lugar, por el diseño y por la inversión, que no fué menor.
Se invirtieron 43.5 millones de pesos. Hoy no sirven.
No, no es nuevo, ya que desde antes de que la pandemia de COVID 19 nos enviará al encierro, las fuentes ya estaban deterioradas.
La administración de José Rosas Aispuro Torres nunca invirtió en el mantenimiento, menos en la rehabilitación de este lugar.
Fueron sin duda un atractivo que invitaba a caminar esta parte de la intersección entre el Blvd. Dolores del Río y el Blvd. Domingo Arrieta. Lugar por donde diariamente circulan miles de automóviles.
La inseguridad se ha apoderado de esta zona. Por las noches es frecuente que la oscuridad sea la que impere en esta zona donde algún día los jardines estuvieron bien cuidados y las bancas invitaban a disfrutar el atardecer. Aquí no se notan.
En nuestra ciudad, se instalaron 5 fuentes que con el apoyo de bombas y una programación especial, generaban figuras con los mismos chorros de agua. Hoy solo quedan los huecos, pues el vandalismo ya hizo de las suyas. Las bombas fueron robadas..
Hace casi un año, se anunciaba que se iniciaba la reconstrucción de estas fuentes. Incluso se propuso la creación de comités que con la participación de la población en general se dedicaran a cuidar estos espacios. Se anunciaba que se invertirán 50 millones de pesos.
Hoy a 16 años de aquel proyecto que ilusionó a muchos, lo que queda son charcos de agua estancada, llena de basura. Espacios donde la insalubridad es la que predomina.
Ya no se trata de un lugar turístico para presumir, se ha convertido en un lugar en donde a los duranguenses nos apena mostrar.
16 años y millones de pesos después, lo que se aprecia es el abandono y desprecio por obras que se hicieron en otros sexenios y por otros gobernantes.