Leslie Flores, de 31 años, es estilista en un salón del centro de la ciudad, donde su situación laboral es cada vez más precaria, a pesar de un aumento temporal en la demanda debido a las graduaciones y al regreso a clases, la afluencia de clientes ha disminuido considerablemente, y los ingresos son altamente variables. Este entorno incierto se agrava por la falta de prestaciones laborales, lo que deja a Leslie sin una red de seguridad en caso de emergencias.
Madre soltera de dos hijos, enfrenta desafíos adicionales significativos, su hija mayor está en secundaria y su hijo menor en primaria, lo que dificulta aún más el pago de inscripciones y útiles escolares en un contexto económico inestable. La carga financiera es considerable y constantemente cambiante, afectando su capacidad para proporcionar lo básico a sus hijos.
Reside en una vivienda deteriorada que alguna vez perteneció a su abuela, pero que ahora está a nombre de su tío, quien podría reclamar en cualquier momento, aunque actualmente no paga renta, la amenaza de tener que abandonar la casa es una fuente constante de estrés. La vivienda sufre de goteras y algunos cuartos tienen techos de lámina, mientras que los muebles son escasos y en mal estado.
La situación se complica aún más debido a la ausencia de apoyo de su ex pareja, quien, debido a una adicción, ha decidido mantenerse alejado de la familia, esta falta de apoyo significa que Leslie no recibe ayuda de él ni de sus propios familiares. El resultado es que Leslie debe equilibrar su trabajo con la crianza de sus hijos, quienes se quedan solos en casa por las tardes, en algunos días, la falta de alimentos es una realidad dolorosa que agrava aún más la ya difícil situación que enfrenta cada día.