La reciente temporada de lluvias en México ha dejado consecuencias devastadoras para el sector agrícola, particularmente en diversas comunidades rurales donde las esperanzas de una buena cosecha se han desvanecido. Según datos oficiales, México cuenta con un territorio nacional de 198 millones de hectáreas, de las cuales 145 millones (el 73%) se dedican a la actividad agropecuaria. De estas, aproximadamente 30 millones de hectáreas son tierras de cultivo y 115 millones son de agostadero. Sin embargo, este vasto recurso agrícola enfrenta ahora un panorama incierto y desolador.
En muchas regiones, las lluvias intensas han destruido cosechas enteras, dejando a los agricultores sin recursos ni opciones para salvar lo que habían sembrado. La falta de planes emergentes y de apoyo adecuado ha exacerbado la situación, colocando a muchos productores "entre la espada y la pared". La percepción general en el campo es de desesperanza, con un sentimiento predominante de que todo está perdido.
El contraste con el año anterior es notable. Mientras que el 2023 fue un año favorable para la agricultura, el 2024 ha traído consigo únicamente pérdidas. Esta drástica diferencia ha afectado tanto a la economía local como al bienestar de las comunidades agrícolas. Los cultivos que más se siembran en Durango incluyen maíz grano, con una estimación de 77 mil 865 hectáreas, seguido por sorgo grano con 17 mil 440 hectáreas, frijol con 174 mil 751 hectáreas, y trigo grano con apenas cinco mil 349 hectáreas. Esta diversificación, aunque útil, no ha sido suficiente para mitigar las pérdidas significativas de este año.
El maíz, siendo el cultivo predominante, ha sufrido gravemente, y los productores de sorgo, frijol y trigo no han sido la excepción. La situación ha forzado a muchos agricultores a buscar alternativas para aprovechar la tierra, aunque estas opciones sean limitadas y no siempre viables. Esta crisis en el campo de Durango ha generado un sentimiento de desesperanza y resignación entre los habitantes de las zonas rurales, quienes ven cómo sus medios de subsistencia se desmoronan.
A pesar de la difícil situación, las cifras oficiales a menudo presentan una visión diferente, lo que ha generado descontento y desconfianza entre los agricultores. Las comunidades rurales claman por una intervención efectiva y oportuna por parte de las autoridades para brindar el apoyo necesario y salvaguardar el futuro de la agricultura en la región.