En medio de la incertidumbre y la ansiedad que suelen acompañar a la llegada de un huracán, Durango ha sido testigo de un fenómeno climático al que ya no estabamos acostumbrados. El huracán Lidia ha traído consigo lluvias que, sorprendentemente, han sido ligeras y benévolas por Arturo Galindo, el coordinador estatal de Protección Civil.
Estas precipitaciones, aunque no han sido intensas, han sido un auténtico regalo para una tierra que estaba sentada. Durango ha estado luchando contra una sequía feroz, y el impacto de estas lluvias, aunque suave, no debe subestimarse. En lugar de causar inundaciones y estragos, las lluvias han sido absorbidas por la tierra reseca, contribuyendo, aunque en poca cantidad, a la recarga de las presas.
La escena en las zonas urbanas también ha sido menos dramática de lo que se podría haber esperado. Los encharcamientos son escasos, y las autoridades de emergencia han demostrado estar preparadas y alerta. Sin embargo, no se bajan los brazos. Durante la noche, podrían presentarse bajas temperaturas, planteando su propio conjunto de desafíos.
Estas lluvias del huracán Lidia han sido un respiro para una región castigada por la sequía, una bendición inesperada. Durango, por el momento, se deleita con este acto de generosidad de la naturaleza, a la espera de lo que depare el caprichoso clima en los próximos días. La sequía no ha terminado, sin embargo, estas lluvias lograran que aunque sean un poco, crezca el pastizal para el ganado en las zonas rurales.