La malnutrición se presenta como uno de los problemas más predominantes en Durango, según señalan los expertos. Este fenómeno está estrechamente vinculado con el nivel adquisitivo de la población, siendo el poder monetario un factor determinante. Se destaca que aquellos con mayores recursos económicos tienen una menor probabilidad de sufrir malnutrición, ya que tienen la capacidad de acceder a alimentos más nutritivos y beneficiosos para la salud.
El vínculo directo entre el nivel de ingresos y la malnutrición pone de manifiesto una realidad preocupante: a mayor poder económico, menores son las probabilidades de enfrentar problemas relacionados con la alimentación. Esta relación refleja la capacidad de las personas con mayores recursos para adquirir alimentos de calidad, ricos en nutrientes esenciales para una dieta equilibrada.
En contraste, la población con menor poder adquisitivo se encuentra en una situación más vulnerable frente a la malnutrición. La falta de recursos económicos limita la capacidad de compra de alimentos suficientes y, en muchos casos, dificulta incluso la posibilidad de asegurar las tres comidas diarias recomendadas para mantener una dieta saludable. La realidad económica incide directamente en la calidad de la alimentación, generando desigualdades marcadas en este aspecto.
Esta disparidad en la incidencia de la malnutrición revela una brecha significativa en el acceso a una alimentación adecuada entre distintos estratos socioeconómicos. Es un problema que va más allá de la elección individual de alimentos y evidencia desafíos estructurales que afectan a la salud de la población. La lucha contra la malnutrición no solo implica promover la educación alimentaria, sino también abordar las desigualdades económicas que contribuyen a este fenómeno.
Es crucial destacar que la malnutrición no solo se trata de la falta de alimentos, sino también de la calidad nutricional de los mismos. La disponibilidad de opciones alimenticias saludables y asequibles es esencial para combatir este problema de manera integral. Además, la sensibilización y el diseño de políticas que aborden las inequidades económicas pueden desempeñar un papel fundamental en la creación de entornos alimentarios más equitativos.