A pesar de que este año no se registró la misma afluencia de personas comparado con años anteriores, se ha contabilizado la presencia de miles de devotos que han acudido y continúan visitando a la Virgen de Guadalupe en su santuario. Desde la tarde del 11 de diciembre, algunos fieles ya se encontraban realizando la visita, marcando el inicio de una celebración que se espera que se prolongue hasta el mediodía del miércoles. Este flujo constante de feligreses demuestra el arraigo y la devoción que la comunidad mantiene hacia la Virgen.
A pesar de la variabilidad en los horarios de visita, la explanada del santuario se mantiene viva con la presencia de visitantes. Se anticipa que, independientemente de la hora en que acudan, los devotos encontrarán una atmósfera animada con negocios instalados para su disfrute. Desde puestos de alimentos hasta artículos religiosos, la oferta comercial se despliega en la explanada, ofreciendo a los visitantes una experiencia completa durante su encuentro con la Virgen de Guadalupe.
La anticipación y preparativos que algunos fieles han demostrado al iniciar sus visitas desde la tarde del día previo subrayan la importancia y significado que este encuentro tiene para la comunidad. La espiritualidad se entrelaza con la oportunidad de disfrutar de los diversos negocios que se han dispuesto en el entorno del santuario, creando así un espacio donde lo religioso y lo comercial convergen de manera armoniosa.
La continuidad de la llegada de feligreses hasta el mediodía del miércoles sugiere que la devoción a la Virgen de Guadalupe va más allá de las convenciones horarias. La celebración se extiende a lo largo de varias horas, proporcionando a los devotos la flexibilidad para expresar su fe y aprovechar la presencia de los negocios en la explanada en el momento que les resulte más conveniente.
Este evento, aunque marcado por una menor afluencia comparada con años previos, sigue siendo una manifestación vibrante de la conexión espiritual y cultural de la comunidad con la Virgen de Guadalupe. La presencia constante de visitantes y la actividad comercial en la explanada son testamentos de la resiliencia de estas tradiciones arraigadas. Así, la visita a la Virgen de Guadalupe no solo se limita a un acto religioso, sino que se convierte en una experiencia integral que nutre tanto el alma como los sentidos de quienes participan en esta celebración anual.