Una fobia se define como una aversión exagerada hacia alguien o algo, caracterizada por un temor angustioso e incontrolable ante ciertos actos, ideas, objetos o situaciones. Aunque la persona que la sufre es consciente de que su miedo es irracional, no puede evitarlo, lo que lo acerca a una obsesión. Entre las fobias modernas que han surgido con el avance de la tecnología, una de las más comunes es la nomofobia, que es el miedo irracional a permanecer un intervalo de tiempo sin un teléfono celular.
El crecimiento exponencial de la tecnología ha impactado profundamente en nuestras vidas, especialmente en la forma en que utilizamos los teléfonos celulares. Según la Encuesta Nacional sobre Disponibilidad y Uso de Tecnologías de la Información en los Hogares 2022, el 80.1 % de los hombres en México son usuarios de teléfonos celulares, lo que representa un aumento de 3.3 puntos porcentuales en comparación con 2019. En el caso de las mujeres, el 78.5 % utiliza un teléfono celular, con un incremento de 5.2 puntos porcentuales respecto al mismo periodo.
El teléfono celular se ha convertido en una parte integral de nuestra vida diaria, hasta el punto de que muchas de nuestras actividades laborales y personales dependen de su uso. Este dispositivo ha dejado de ser un simple medio de comunicación para convertirse en una herramienta esencial para la gestión de tareas cotidianas, la organización de nuestras vidas y la conexión con el mundo.
Sin embargo, este vínculo tan estrecho con los celulares también ha dado lugar a fenómenos negativos. Uno de ellos es el "síndrome del celular ausente", en el cual una persona experimenta inseguridad y ansiedad cuando no siente el celular cerca. Esta dependencia tecnológica ha crecido a tal punto que el simple hecho de no tener el celular a la mano puede desencadenar una respuesta emocional significativa.
El mercado de los celulares también ha evolucionado rápidamente, impulsando a las personas a cambiar sus dispositivos con frecuencia, no necesariamente por necesidad, sino por la presión de estar al día con las últimas tendencias tecnológicas. Este comportamiento ha generado una especie de adicción a los nuevos modelos y características, alimentando un ciclo constante de consumo y dependencia.
Hace tan solo siete años, la sociedad mexicana dependía mucho menos de los teléfonos celulares. En 2015, la tasa de penetración de los teléfonos móviles era significativamente menor que la actual. En 2022, más del 79% de la población mexicana mayor de seis años de edad ya es usuaria de un teléfono celular o smartphone, lo que refleja un incremento de 7.7 puntos porcentuales en comparación con 2015.
La pregunta que surge es si podríamos vivir sin un celular en nuestra vida diaria. Las generaciones más jóvenes, que han crecido con la tecnología, probablemente encontrarían esta idea inconcebible. Sin embargo, quienes tienen más de 30 años recuerdan una vida sin teléfonos celulares, lo que nos lleva a reflexionar sobre si podríamos adaptarnos nuevamente a un mundo sin esta tecnología tan omnipresente. Aunque la respuesta parece ser negativa en el contexto actual, es importante cuestionarnos sobre el impacto de esta dependencia en nuestra salud mental y bienestar general.