Una muerte prematura se define como aquella que ocurre antes de la edad promedio de mortalidad en una población determinada. En el año 2019, la tasa ajustada de mortalidad prematura potencialmente evitable en México fue de 254,5 muertes por cada 100 mil habitantes, lo que representa una disminución del 9,4% en comparación con la tasa de 280,9 registrada en el año 2000.
Una de las etapas de la vida con mayor riesgo de mortalidad prematura debido a una mala alimentación es la infancia, especialmente durante el período escolar, donde los padres no siempre tienen un control total sobre la dieta de sus hijos.
La Organización Mundial de la Salud establece patrones de crecimiento infantil que sirven como herramienta de diagnóstico para monitorear y evaluar el estado nutricional de los lactantes y niños pequeños en todo el mundo. Estos patrones consideran factores como la etnia, la edad y la estatura para determinar el peso adecuado para un menor.
A menudo se piensa que la obesidad en sí misma puede causar la muerte, pero en realidad, la obesidad es un factor de riesgo para una serie de enfermedades y problemas de salud.
La obesidad, especialmente cuando está asociada con otras enfermedades crónico-degenerativas, representa un riesgo significativo para la salud. Por lo tanto, es fundamental gestionar adecuadamente esta condición y cualquier enfermedad subyacente.
Entre las enfermedades relacionadas con la obesidad se encuentran la hipertensión arterial, los niveles elevados de triglicéridos, la diabetes tipo 2, la enfermedad coronaria, los accidentes cerebrovasculares y la enfermedad de la vesícula biliar.
En muchas regiones, especialmente en áreas rurales o de difícil acceso, puede ser complicado para los habitantes acceder a servicios de atención médica adecuados. Esto puede retrasar el diagnóstico y tratamiento de enfermedades relacionadas con la obesidad, lo que aumenta el riesgo de complicaciones y muerte prematura.
El consumo excesivo de alimentos con alto contenido calórico, grasas y azúcares, junto con una ingesta insuficiente de frutas y verduras, contribuye al desarrollo de la obesidad y otras enfermedades asociadas. Por lo tanto, promover una alimentación saludable y el ejercicio regular son aspectos clave en la prevención de la obesidad y la reducción del riesgo de mortalidad prematura.