Desde hace 58 años, la Secretaría de la Defensa Nacional protege a la población en eventos catastróficos a través del Plan DN-III-E.
El desborde del río Pánuco, tras el paso del huracán Inés, en octubre de 1966, derivó en la creación de un plan estratégico-militar de auxilio a la población civil.
En la actualidad, el personal del Ejército Mexicano puede iniciar la aplicación del Plan DNIII-E apenas cinco minutos después de reportada una emergencia causada por un desastre natural o humano.
En su planteamiento, el Plan DNIII-E opera a través de tres fases. La primera es la de prevención, mediante la cual se busca reducir riesgos para la población. Aquí se incluye la capacitación al personal militar.
La segunda fase es la de auxilio, cuyo objetivo principal es salvaguardar la vida de la población, además de preservar los servicios y la planta productiva. Durante esta fase
Al final, el Plan se centra en la recuperación. Es entonces cuando el personal militar apoya con la rehabilitación de espacios, recuperación de vías, abastecer de víveres y brindar seguridad.
César Alarcón Avendaño, capitán I de Infantería explica que "Hoy estamos preparados para todo tipo de evento que se presente. La pandemia de Covid es lo más reciente".
En Durango el agua, ya sea en exceso o cuando escasea, y el fuego que consume los bosques en la zona serrana son las principales causas que obligan al despliegue de tropas en apoyo a la población.
Tras 58 años de apoyar a los ciudadanos en situaciones de extrema vulnerabilidad se han ido ajustando protocolos de actuación para hacer más eficiente y segura la aplicación del plan. El espíritu de servicio de las y los militares que participan en estas acciones se mantiene intacto.
"Para nosotros el Plan DNIII-E es la forma de demostrar la devoción, la vocación del servir hacia la población, hacia el pueblo de México, porque acudimos de una forma desinteresada".