Las condiciones a las que se enfrentan los practicantes de medicina los someten a violencia emocional, sobre todo durante los internados y las residencias, ya que en estos procesos están sujetos a procesos militarizados, malos sueldos y jornadas de trabajo de hasta 72 horas. Además de las malas condiciones, algunas de las mujeres que están realizando este proceso de aprendizaje han sufrido algún tipo de violencia sexual, algo lamentable, pues cuando piden apoyo a las jefaturas de enseñanza no tienen un respaldo que garantice su seguridad.