El Valle del Guadiana, conocido por su clima semiárido y una precipitación media anual de 460 mm, enfrenta una crisis sin precedentes. El año 2023 ha sido registrado como el más seco desde que se tienen registros en 1923, con una alarmante precipitación de solo 135 mm. Esta situación ha devastado la agricultura local, causando que los campesinos pierdan hasta el 90% de sus cosechas esperadas.
A pesar de la gravedad de la situación, la declaratoria de emergencia no ha sido emitida, dejando a las comunidades afectadas en busca de soluciones urgentes por parte de los gobiernos municipal y estatal. El Instituto Estatal de Evaluación de Políticas (INEVAP) ha confirmado que el 100% del territorio estatal sufre de sequía severa o extrema, elevando la gestión del escaso recurso hídrico a una prioridad absoluta.
La proyección para el año en curso es aún más desalentadora, anticipando condiciones más secas que intensifican las alarmas entre la población y los sectores productivos. Los daños económicos derivados de la sequía en 2023 ascienden a 2,300 millones de pesos, y la suficiencia alimentaria se ha convertido en una preocupación crítica. Los productores locales, incapaces de cosechar incluso para el autoconsumo, advierten sobre el impacto directo en el suministro y los precios de los alimentos básicos.
Con el invierno acercándose a su fin y una primavera que promete altas temperaturas y escasas lluvias, el panorama para los agricultores y la población de Durango es desolador. Esta combinación de factores pone en riesgo no solo la economía local sino también la seguridad alimentaria de la región.
Este escenario demanda una respuesta coordinada y medidas innovadoras para enfrentar uno de los desafíos más severos en la historia de Durango. La comunidad, junto con las autoridades locales y estatales, está llamada a unir esfuerzos en la búsqueda de soluciones sostenibles que permitan mitigar los efectos de esta sequía histórica y salvaguardar el futuro de la región.