Desde la antigüedad se conocía un método que, a través de la observación y el registro de los días de enero, permitía determinar cuál sería el clima durante el resto del año y a dicho método se conoce como las famosas cabañuelas.
Por medio de la observación se determinaba la situación climática que le esperaba principalmente a las personas del campo como los agricultores, es decir, el clima del día sería el clima del mes, cada día representaba un mes del año y se iniciaba en orden con los primeros doce días, para en el día trece ir del final al principio y a partir del día 24 dividir los días entre dos meses y el último día de enero se divide por horas entre todos los meses del año.
Las cabañuelas pronosticaban las precipitaciones de lluvia y cuando iban a suceder siendo muy precisas; sin embargo ya son pocos los que las usan porque a pesar de que Durango tiene una constante en captación de lluvia lo que varía es la temporalidad.
El cambio climático ha provocado que las cabañuelas ya no sean un parámetro confiable, debido a que por el calentamiento global y la contaminación el clima ya es variado; pero aún así hay muchos que aún creen en ellas y los que no buscan instrumentos de medición o nuevas tecnologías que los ayuden con un pronóstico para saber cuando sembrar y cuanto dependiendo de las precipitaciones que se prevean; sin embargo estos nuevos métodos no son del todo confiables ya que este año en Durango debido a 5 días de atraso en las lluvias de 150,000 toneladas de cosecha que se esperaban solo se lograron 30,000 toneladas.
Los métodos antigüos como las cabañuelas son un enriquecimiento cultural que han ayudado a un gran número de generaciones en el ámbito rural, sin embargo la falta de conciencia ecológica ha dejado estragos irreparables en nuestro entorno y lamentablemente la indiferencia que mostremos hoy será el precio que tengamos que pagar mañana.