Blanca y su hijo viven en una pequeña casa que se ha convertido en un símbolo de su lucha constante. Cada día es un desafío, ya que enfrentan una realidad cruda: hay jornadas en las que no tienen suficiente comida para llenar sus estómagos. La ausencia de un ingreso estable complica aún más su situación. El hijo de Blanca, sin un empleo fijo, se ve obligado a trabajar en lo que puede, desde lavar coches hasta hacer pequeños trabajos ocasionales, pero el dinero nunca parece ser suficiente para cubrir las necesidades básicas.
En el corazón de Ampliación San Juan, donde la pobreza se convierte en una sombra constante, Blanca López, una mujer de 73 años, enfrenta una batalla diaria por la supervivencia. Viuda desde hace siete años, Blanca comparte su vida con su hijo de 27 años, quien se esfuerza por mantenerlos a flote en un mar de dificultades económicas.
La vida en esta zona no es fácil. Durante la temporada de lluvias, el canal cercano se desborda y amenaza con inundar las casas aledañas. Hace más de un año, el desbordamiento dejó la casa de Blanca bajo agua, destruyendo colchones, ropa y electrodomésticos. El agua, además de arruinar lo poco que tenían, agregó una capa adicional de desesperación a su ya dura existencia.
La historia de Blanca y su hijo es una representación de las innumerables familias que luchan contra la adversidad en zonas marginadas. En la oscuridad de sus días, el deseo de un futuro mejor sigue siendo su única luz. La comunidad, sin embargo, permanece en gran parte ajena a su dolor, mientras ellos continúan luchando contra una marea de desafíos económicos y personales.