El síndrome de burnout, también conocido como el síndrome del trabajador quemado, es una condición caracterizada por un agotamiento físico, emocional y mental severo relacionado con el ámbito laboral. Este padecimiento surge como consecuencia de altos niveles de estrés en el trabajo y el estilo de vida laboral de los empleados. En México, esta condición ha alcanzado niveles alarmantes, con un 75% de los trabajadores reportando síntomas de burnout, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Estas cifras son superiores a las registradas en países como China, que reporta un 73%, y Estados Unidos, con un 64%.
El problema en México ha sido reconocido por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, cuyo subsecretario, Miguel Bermúdez Quiñones, ha afirmado que la situación es grave. Tanto el gobierno como los empleadores tienen la responsabilidad de implementar medidas que ayuden a prevenir y tratar el síndrome de burnout. Sin embargo, Bermúdez señala que aún queda mucho por hacer para mejorar las condiciones laborales que generan este problema.
El burnout no solo afecta la salud mental y emocional de los empleados, sino que también tiene consecuencias económicas. El costo de tratamiento para quienes padecen este síndrome representa un obstáculo adicional. Muchos empleados con burnout enfrentan dificultades para costear consultas médicas y medicamentos, debido a que sus sueldos no son suficientes para cubrir estos gastos. En algunos casos, los trabajadores optan por renunciar a sus empleos en lugar de gastar en atención médica, ya que el origen del problema está en el mismo entorno laboral que los afecta.
Uno de los principales desafíos para los empleados que padecen burnout es la falta de acceso a servicios de salud mental adecuados. Las consultas médicas y los tratamientos suelen ser costosos, lo que provoca que muchas personas no reciban la atención necesaria. Esto agrava la situación, ya que, al no tratarse, el burnout puede derivar en problemas de salud más graves, tanto físicos como psicológicos.