En un panorama desgarrador, la cifra de suicidios en nuestro querido hogar ha alcanzado proporciones alarmantes. La frialdad de las estadísticas nos presenta una realidad cruda: 161 vidas se han perdido en lo que va del año, y nos encontramos al borde de igualar la cifra sombría de 168 del fatídico 2022.
Es la Fiscal del Estado, Sonia de la Garza, quien, con la pesadez de la preocupación en sus palabras, destaca el drástico incremento en los suicidios. Aclara que, tristemente, el medicamento y la asfixia lideran las causas de estas muertes prematuras, con una abrumadora mayoría siendo perpetradas por manos masculinas. El dolor que se oculta detrás de estas cifras exige nuestra atención y reflexión colectiva.
Los números, aunque fríos, revelan historias individuales de desesperación y soledad. Son 137 hombres y 22 mujeres, hasta el recuento del día lunes, que se sumergieron en la oscuridad, y entre ellos, incluso, seis jóvenes que apenas empezaban a vislumbrar la vida. La franja etaria más afectada, según la Fiscal, oscila entre los 25 y 54 años, señalando una crisis que no discrimina por género ni edad.
Este fenómeno nos obliga a cuestionarnos como sociedad. ¿Qué está sucediendo en nuestro entorno para que tantas personas sientan que no hay salida? Las respuestas a estas preguntas son complejas y multifacéticas, involucrando aspectos sociales, de salud mental y económicos. Pero, sobre todo, exige una acción inmediata.
La conciencia de esta realidad nos impulsa a abrir un diálogo serio y compasivo sobre la salud mental en nuestra comunidad. Más allá de las estadísticas, hay rostros, familias destrozadas y comunidades que sienten el peso de la pérdida. Es nuestro colectivo debe ofrecer apoyo, comprensión y recursos para revertir esta tendencia trágica.
La Fiscal del Estado nos deja con un llamado a la acción: reconocer la gravedad de la situación y trabajar juntos para construir un entorno que promueva la salud mental y brinde ayuda a quienes más la necesitan. La cuenta de suicidios no puede seguir aumentando, y está en nuestras manos cambiar esta realidad desgarradora.