La violencia contra las niñas y los niños es un problema alarmante que abarca diversas formas, como la violencia física, sexual y emocional. Este tipo de violencia puede manifestarse tanto en el hogar como en la comunidad, siendo perpetrada por cuidadores, compañeros de escuela o incluso por extraños. La situación en Durango, al igual que en el resto de México, refleja una creciente preocupación por los efectos devastadores que la violencia tiene en la infancia.
En 2023, las unidades de policía cibernética en México atendieron 133,020 reportes relacionados con incidentes cibernéticos. De estos, el 46.7 % fueron reportados a través de un número telefónico, mientras que el 32.2 % ingresaron mediante redes sociales. Entre los incidentes reportados, el acoso y la extorsión representaron conjuntamente el 34.9 %, evidenciando cómo la violencia se ha adaptado a los nuevos medios tecnológicos y cómo los niños y adolescentes se han convertido en víctimas de estos delitos.
El cambio en la sociedad, tanto en Durango como en el resto del país, ha transformado las formas en que se ejerce y se percibe la violencia. Los especialistas señalan que la sociedad se ha vuelto más irritable y menos tolerante, lo que contribuye a un aumento en las reacciones violentas ante situaciones que escapan al control de las personas. Esta falta de tolerancia y la creciente irritabilidad se manifiestan no solo en los adultos, sino también en los jóvenes y niños, quienes aprenden desde una edad temprana a resolver conflictos de maneras inadecuadas.
Los estudios en psiquiatría y psicología sugieren que la manera en que aprendimos a enfrentar los conflictos en nuestra infancia influye significativamente en cómo reaccionamos ante situaciones difíciles en la vida adulta. Este aprendizaje temprano de resolución de conflictos está estrechamente relacionado con la propensión a reaccionar de manera violenta o a ser víctimas de la violencia en etapas posteriores de la vida.
En 2020, se registraron 27,526 menores de entre 1 y 17 años que fueron atendidos en hospitales de México tras haber sufrido violencia familiar o no familiar. En muchos hogares mexicanos, los métodos violentos, como gritos, golpes y humillaciones, se han normalizado como parte de la disciplina. Lamentablemente, seis de cada diez menores de entre 1 y 14 años han experimentado algún tipo de maltrato o disciplina violenta en sus hogares.
En Durango, hemos sido testigos de numerosos casos en los que la violencia hacia niños y adolescentes ha dejado profundas cicatrices, tanto físicas como emocionales. Algunos de estos casos han tenido desenlaces fatales, mientras que otros han marcado a los menores de por vida, evidenciando la necesidad urgente de abordar y erradicar la violencia contra los más vulnerables.
Es fundamental que la sociedad tome conciencia de la gravedad de este problema y adopte medidas para prevenir y combatir la violencia contra los niños y niñas, promoviendo entornos seguros y saludables para su desarrollo integral.