En Durango, la vida de muchas mujeres ha experimentado cambios drásticos y dolorosos, transformaciones que van más allá de la pérdida de una relación, sumergiéndolas en la angustia de ser separadas de sus hijos. Esta forma de agresión, conocida como Violencia Vicaria, se manifiesta cuando una de las partes, generalmente la masculina, utiliza a los hijos como instrumento para infligir daño a su expareja. Este fenómeno, cruel y devastador, se agrava por acusaciones infundadas que a menudo quedan sin desmentir ante la falta de un marco legal adecuado.
A pesar de la gravedad de esta situación, la visibilidad de la Violencia Vicaria sigue siendo limitada. El Frente Nacional Contra la Violencia Vicaria, que representa a 6,000 mujeres afectadas en México, señala que, aunque en Durango el número registrado es de 25 casos, esta cifra no refleja la magnitud real del problema. La subrepresentación se debe, en gran medida, a la ausencia de legislación específica que ampare a las víctimas y sancione efectivamente este tipo de violencia.
La Diputada Sughey Torres ha señalado la falta de condiciones propicias para la creación de leyes que aborden directamente la Violencia Vicaria. Esta omisión legislativa no solo deja en la vulnerabilidad a las afectadas sino que también permite que el abuso continúe sin las debidas consecuencias para los victimarios. Durango se destaca, lamentablemente, como uno de los pocos estados que aún no ha promulgado una ley específica para combatir este fenómeno, lo que incrementa la preocupación entre los miembros del Frente y la sociedad en general.
Las historias de estas mujeres, forzadas a vivir alejadas de sus hijos y envueltas en batallas legales interminables para desmentir acusaciones falsas, subrayan la urgencia de una legislación adecuada. La falta de reconocimiento y protección legal no solo perpetúa su sufrimiento sino que también envía un mensaje alarmante sobre la valoración de la maternidad y los derechos parentales en nuestra sociedad.
Es imperativo que Durango y México en su conjunto enfrenten y erradiquen la Violencia Vicaria mediante la implementación de leyes específicas y efectivas. Solo así podremos garantizar la justicia y la protección para las madres y sus hijos, y poner fin a este ciclo de abuso que socava los cimientos de nuestra comunidad. La hora de actuar es ahora: por el bienestar de nuestras familias y el futuro de nuestros hijos.