La violencia vicaria, una forma de agresión que afecta principalmente a mujeres, se caracteriza por el uso de hijos e hijas como herramientas de control y daño emocional. Este tipo de violencia incluye amenazas para quitar la custodia, llevárselos o incluso hacerles daño físico. Muchas mujeres no son conscientes de que están siendo víctimas de esta violencia, lo que dificulta su identificación y denuncia.
Testimonios de mujeres violentadas revelan que los agresores suelen cambiar su actitud frente a los menores, mostrando una apariencia amable y protectora, con el fin de desacreditar a la madre. En algunos casos, los menores inicialmente defienden a la mujer y la alientan a denunciar, pero sus comportamientos cambian tras una separación, debido a la manipulación del padre o agresor.
De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH) 2021, el 73 % de las mujeres mayores de 15 años en zonas urbanas han experimentado algún tipo de violencia en su vida. Las más afectadas son aquellas de entre 25 y 34 años, con nivel educativo superior y que atraviesan situaciones de separación, divorcio o viudez. Estos factores incrementan la vulnerabilidad de las mujeres frente a diferentes formas de agresión, incluida la violencia vicaria.
En 2022, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) brindó apoyo a 150 mujeres que denunciaron haber sido víctimas de esta problemática. Sin embargo, no existen cifras oficiales sobre el total de casos en México, lo que subraya la necesidad de un registro nacional y políticas públicas específicas para abordar esta situación.
La violencia vicaria no solo afecta a las madres, sino también a los menores, quienes sufren daños emocionales al ser utilizados como instrumentos de manipulación. Es fundamental generar conciencia sobre este tipo de violencia, brindar orientación legal adecuada a las mujeres y establecer medidas de protección que permitan a las víctimas recuperar la custodia y garantizar el bienestar de sus hijos.