Arsenal se afianzó en el liderato de la Premier League tras remontar al West Ham (3-1) con una actuación incontestable de Martin Odegaard, que sacó todos sus recursos al servicio de su equipo para desatascar un partido que coronó con una acción mágica un jugador que tenía mucha presión encima: Eddie Nketiah.
Odegaard repartió dos asistencias además de multitud de acciones con las que demostró que es uno de los jugadores de la Premier League. Como mínimo, estará en el once de la temporada. Y, uno de los que se aprovechó del buen momento del noruego fue Nketiah, titular por primera vez en Liga para sustituir a un jugador clave como Gabriel Jesús. Marcó un golazo, el tercero del Arsenal, y de un plumazo aplazó cualquier debate sobre si es el hombre idóneo para ocupar el hueco dejado por su compañero.
Acomodado en el liderato, con cinco puntos de ventaja sobre el Manchester City antes del parón provocado por el Mundial de Qatar, al Arsenal le tocaba desperezarse frente un equipo en horas bajas que sumaba tres derrotas consecutivas y que se asomaba al abismo de las plazas de descenso.
A priori, no era un mal rival para regresar a la gran competición. Las urgencias que generan las necesidades suelen ser peligrosas y, el West Ham, pese a contar con nombres relevantes como Lucas Paquetá y Declan Rice, en la víspera del partido andaba sobre una fina línea que podía romperse para hundirse aún más en la zona baja de la tabla.
Además, el West Ham llegó al Emirates Stadium en un día muy simbólico. Primero, por los tres años exactos que cumplía Mikel Arteta en el banquillo del Arsenal; y, segundo, por la presencia en la grada de Arsene Wenger, que desde que dejó el banquillo 'gunner' en 2018 no había vuelto a la que fue su casa durante 22 temporadas.
Al West Ham, ante un futuro poco halagüeño, no le quedó más remedio que afrontar el encuentro agazapado en su parcela del campo, resistir en la medida de lo posible y salir al contragolpe para pegar cuantos zarpazos fueran posibles a los hombres de Arteta. David Moyes dio esa orden y no le salió nada mal.
Por lo menos, en la primera parte, en la que consiguió marcharse por delante en el marcador gracias a un tanto desde el punto de penalti de Said Benrahma. Lo provocó Jarrod Bowen en una jugada aislada de su equipo con la que se sacudió el dominio total del Arsenal. Al West Ham le bastó un balón largo, un buen control de Michail Antonio y una cesión a Bowen, que fue derribado claramente por William Saliba.
Ahí comenzó a gestarse la remontada. El Arsenal no bajó los brazos y siguió a lo suyo. Hasta ese momento, había marcado un gol (obra de Saka) anulado por fuera de juego mientras a Martin Odegaard se le caían de los bolsillos los pases al hueco. Pero faltaba finalizar. Se notó la baja de Gabriel Jesús, lesionado en una rodilla durante el Mundial. A su sustituto, Nketiah, aún le queda mucho para acercarse a la categoría del brasileño.
Arteta, con cara de pocos amigos, se marchó al vestuario con ganas de dar a sus jugadores una de sus charlas motivadoras. Y, aunque respondieron con una concesión a Antonio, que estuvo a punto de marcar en los primeros minutos de la reanudación, recuperaron la cordura para desequilibrar definitivamente la balanza en sólo cinco minutos.
Odegaard, después de generar infinitos pases de gol sin encontrar su premio, dio en la diana con un disparo lejano errático que se convirtió en un pase perfecto que no desaprovechó Saka, que batió a Lukasz Fabianski en un mano a mano. De forma inesperada, el Arsenal se puso por delante y enseguida tocó arrebato para que Martinelli, con un zurdazo inapelable en una de sus internadas, acabara definitivamente con la tela de araña montada por el West Ham.
Con el tanto del brasileño, el equipo de Moyes hincó definitivamente la rodilla y aún tuvo que soportar la obra de arte de Nketiah, que con un gesto precioso se quitó de encima toda la presión que tenía por sustituir a Gabriel Jesús. Odegaard, esta vez sí, se apuntó una asistencia queriendo.
El centrocampista noruego habilitó al joven delantero del West Ham, que se quitó de encima a Thilo Kehrer con un giro de bailarín que paró el tiempo en el Emirates Stadium. Después, superó a Fabianski con un derechazo perfecto y se apuntó a la fiesta de un equipo que gozó hasta el final de una victoria con la que se colocó ocho puntos por encima del City. El Arsenal, definitivamente, es un serio candidato al título.