El cambio climático no es solo un fenómeno ambiental, es también una crisis social que golpea con mayor fuerza a las personas más vulnerables, aquellos que ya viven en condiciones de pobreza. A medida que las temperaturas globales aumentan, los eventos climáticos extremos, como huracanes, sequías, olas de calor, inundaciones y tormentas, se intensifican y afectan principalmente a quienes tienen menos recursos para adaptarse o protegerse de sus consecuencias.
Aunque el cambio climático afecta a todo el planeta, sus impactos son más devastadores en las comunidades con menos recursos. La capacidad de adaptación varía significativamente según el nivel de ingresos, el acceso a la educación, la infraestructura y la salud. Las personas en situaciones de pobreza no solo tienen menos recursos para protegerse, sino que también suelen tener menos acceso a información sobre cómo adaptarse a las nuevas condiciones climáticas o cómo utilizar tecnologías para mitigar sus efectos. Esto crea un círculo vicioso de vulnerabilidad y exclusión social.