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En esta vida o en la otra habré de encontrarte, más que una frase es una promesa de cada madre de un desaparecido, esa parte que les falta que no se llena con nada las ha hecho suplicar incluso por la muerte si es que la muerte ya se llevó a sus hijos.
Este año, tres mujeres integrantes de colectivos de búsqueda, murieron sin respuesta a su búsqueda, no vieron el fruto de su lucha, tal fue el caso de la señora Guadalupe Valenzuela, quien murió tras un infarto fulminante y que buscaba a su hijo desaparecido hace 7 años, a través de sus publicaciones en redes sociales Lupita dejaba ver la depresión en la que se encontraba y expresó continuamente su deseo de morir en medio del dolor de la pérdida de su hijo Jesús Alfonso, pidió que la guiara hasta él, quizá en la otra vida.
Con horas de diferencia, también falleció Cinthia del Rincón, integrante de la Comisión Nacional de Búsqueda luego de años como activista social y en colectivos murió a causa de un cáncer que llegó sin remedio acabando en meses con su vida pero llevándose con ella gran admiración pues en sus labores de búsqueda logró regresar la paz a decenas de madres, esposas o hijos.
Además de Lupita y Cinthya fue la de Aranza Ramos la primera muerte que ensombreció el camino de las buscadoras, una muerte violenta, sin razón y que materializó el peligro al que están expuestas, y que es un peso más sobre su espalda, además del dolor, la tristeza, la incertidumbre y a veces la desesperanza.