Los yaquis también celebran a los fieles difuntos y junto a los mayos son los únicos nativos del noroeste de México que celebran el Día de Muertos, porque son en quienes impactó en su cultura el modelo religioso de los misioneros jesuitas en el siglo XVI.
Parte fundamental de esta tradición es el tapanco, su versión de altar, esta es una estructura sobre la que colocan sus ofrendas y recuerdos, esta mide aproximadamente 1.60 metros de altura, se elabora con cuatro palos de mezquite clavados en la tierra, sobre estos un tapete de carrizo colocado siempre fuera de la casa, nunca bajo techo, se cubre con una tela bordada y encima se ponen los elementos cristianos: cruz, agua, sal y flores.
Conforme se acerca el Día de Muertos se colocan él tapanco las fotografías de los difuntos, sus efectos personales y ofrendas como frutas, sus comidas favoritas, y el platillo tradicional de la etnia, el wakabaki, elaborado con carne y hueso de res y múltiples verduras, tortillas de harina a la leña y atoles y otros, sin embargo estas ofrendas no se colocan por cualquiera, solo por casados por la iglesia