Cristina López Siqueiros, de 80 años de edad, se levantó muy temprano este martes, arregló su ropa, un pantalón de color negro, una blusa blanca, una camisa del mismo color, zapatos oscuros y su bolso negro, ya que le tocaba aplicarse la vacuna contra el COVID-19.
A su bolso echó dos cubrebocas, su credencial del INE y las llaves de su carro, pues, a sus 80 años de vida, todavía maneja sola y carro estándar.
Manifestó estar muy contenta de que recibiría el biológico.
"Me siento muy contenta porque se asegura uno la salud, ahora a los 80 años quiere uno vivir más y con la vacuna tiene uno la confianza de que se protege, no totalmente, porque falta la segunda dosis", platicó.
A las 11:05 de la mañana, doña Cristina aborda su vehículo Chevrolet Beat, color blanco desde la casa de su hija que vive en la colonia Milán Residencial, al Norte de Hermosillo. Su cita es a las 12:00 del medio día en el Colegio de Bachilleres del Estado de Sonora (Cobach), plantel Villa de Seris, para aplicarse la vacuna.
Muy atenta al camino y con buena velocidad transita por los bulevares Progreso, Morelos, Rodríguez, Rosales y Vildósola hasta llegar al plantel que se habilitó como módulo de vacunación.
A las 11:28 de la mañana llega a la escuela, se pone el cubrebocas, se acerca al acceso principal y pregunta cómo es la dinámica del proceso de vacunación en donde un voluntario le informa que tiene que hacer fila y esperar su turno del mediodía.
Camina unos pasos y se sienta en una silla metálica que el mismo plantel dispuso para que esperaran los adultos mayores. En el lugar hay más personas de más de 75 años de edad que también recibirían la vacuna. Platica con ellos para matar el tiempo, los comentarios son relacionados sobre cuánto es el tiempo de espera, el calor que se registraba a esa hora, quién será el encargado que los llamará para que pasen al plantel.
Le pareció lento el proceso de vacunación y consideró a que los adultos mayores deben ser atendidos rápido porque hay muchos que tienen padecimientos o dificultades para movilizarse, aunado a las altas temperaturas que se registraban este día.
Transcurren 30 minutos y doña Cristina le toca su turno de pasar al interior del plantel en donde se sienta en otra silla metálica para recibir información sobre la vacuna, las reacciones que pueden presentarse por la vacuna como dolor en el área en donde se aplicó el biológico, dolor de cabeza y calentura, además, de tomársele la presión arterial, la oxigenación en la sangre y aplicarse gel antibacterial.
"Pensé que iba a durar hasta las 03:00 de la tarde, pero, gracias a Dios, duré una hora, casi una hora esperando", contó.
Posteriormente pasa al área de vacunación que es en la explanada del plantel en donde a las 12:33 de la tarde recibe la vacuna que contiene el biológico contra el COVID-19, un anhelo que esperó durante un año.
"Ya gracias a Dios ya la recibí, muy bien; nomás sentí un piquetito como de una picada de un mosco y feliz porque ya estamos a la mitad del camino, pero, la espera fue grata porque no hubo tanto desorden", manifestó.
Cristina pasa a otra área abierta en donde espera 30 minutos para saber si presenta alguna reacción por la vacuna, quien sentadita en otra silla metálica espera durante ese tiempo y aprovecha para platicar y tomarse una botella de agua.
No tuvo ninguna reacción y de ello le informa a un joven voluntario, quien le entregó un documento con sus datos personales de que ya recibió la primera dosis y que el próximo 27 de abril le informarán por vía telefónica la fecha, el lugar y hora que recibirá la segunda dosis.
La señora Cristina López se retira del plantel, aborda su auto y se regresa a la casa de su hija manejando.