Cayeron los pedazos de su corteza, una a una sus ramas fueron cortadas, aquel árbol enfermó y al no tener cura, hoy su historia llega a su fin en una de las plazas más representativas de Hermosillo.
Nos referimos al gran árbol, emblema de plaza Alonso Vidal en Hermosillo, la ceiba que por varias décadas coronó este lugar.
Fue en algún momento el hogar de nidos de pájaros, la sombra que consoló a alguna adolescente incomprendido, el paraje para la foto familiar, tal vez donde descansar un poco, el lugar donde alguien tuvo su primer beso o recibió alguna importante noticia; en la lomita la ceiba era el testigo silencioso, el perfecto confidente.
Un día comenzó a perder sus hojas, pese a que el cuidado y el riego de su raíz era constante, de pronto perdió su verdor: la plaga llamada "Pudrición Texana" invadió al bellísimo ejemplar al grado de hacer imposible su rescate y llegando al punto de representar un peligro para sus visitantes.
De ser un fuerte y alto vigilante de la plaza pasó a ser un viejo tronco que caía a pedazos, sus ramas de los más alejados brazos se desplomaban a discreción; acá cerca del suelo el solo recargarse significada desprenderle un pedazo de su rugosa corteza.
Aunque impacta ver como este paisaje cambia de repente por la razón de la seguridad de todos, escuchando el sonido de la sierra y el crujir de la madera virgen, se enciende en el corazón la esperanza de que en su lugar llegará otro como esa ceiba, un grande y fuerte ejemplar que nos reine y mire a todos, y que desde su generosa sombra ayude a construir nuevas historias, atestigüe nuevos primeros besos y abrace a otras familias en sus fotos para recordar .
Por ahora queda despedir desde nuestros recuerdos a esa poderosa ceiba y que la tierra sea curada de cualquier enfermedad para que el nuevo inquilino duro muchos, pero muchos años.