La Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara detuvo casi por completo sus actividades este miércoles por poco más de dos horas. Las eliminatorias de la Copa del Mundo de Catar 2022 pusieron a mexicanos y argentinos al borde de sus asientos y casi sin respiración mientras veían los partidos de las selecciones de sus respectivos países desde cualquier lugar.
Minuto 1. Las pantallas de los "stands" de venta de libros dejaban de lado la publicidad para proyectar los partidos del Mundial que, por primera vez en la historia, coincide con las actividades de esta feria que se desarrolla del 26 de noviembre al 4 de diciembre.
Los dos encuentros eliminatorios del grupo C, celebrados al mismo tiempo, le daban más dramatismo a esta jornada en la que Argentina tenía amplias posibilidades ante Polonia para colarse a los octavos de final. México tenía que ganar a Arabia Saudita, sin recibir gol para pasar a octavos de final.
Aunque este miércoles las actividades matutinas en la feria están destinadas a los profesionales del libro y no hay acceso al público, los pasillos estaban vacíos y más silenciosos que de costumbre.
Los compradores, libreros, editores, escritores, guardias y periodistas mexicanos sintonizaban el partido desde los teléfonos móviles, los computadores o se reunían en torno a alguna de las televisiones de los puntos de venta del área nacional.
Algunos de los visitantes portaban la camiseta de la selección mexicana dirigida por Gerardo "Tata" Martino, otros con alguna prenda que representara la bandera tricolor, en todos la emoción y los nervios desbordaban con cada jugada del combinado mexicano.
Al fondo de uno de los pasillos principales de la feria una pequeña televisión reunía a los vendedores y trabajadores de un periódico, de una empresa de comida y también a los guardias de seguridad que, disimuladamente, dejaban unos segundos los accesos de entrada y se acercaban de vez en vez para mirar cuando los gritos dejaban entrever una posibilidad de gol.
"No podemos ver el partido como quisiéramos en casa, pero aquí hay muchas pantallas. Sufriendo con la selección mexicana, aunque la esperanza es reducida tenemos todavía la ilusión de meter un gol", contó a EFE Antonio de Jesús Aguilar, un trabajador de una distribuidora de libros.
UNA CANCHA INTERNACIONAL
Minuto 38. Una treintena de suramericanos dejaron de lado los libros en el stand de Argentina y se reunieron en torno al televisor que estaba acompañado de la bandera albiceleste. La mirada seria y nerviosa se transformó en esperanza cuando el árbitro marcó un penalti.
-"No puedo con el penal", dijo una mujer mientras se levantaba de su asiento y se llevaba las manos a la cara.
Los argentinos resoplan, se muerden los labios. La magia de Leonel Messi no fue suficiente y el balón fue atajado por el portero polaco. Silencio. No lo podían creer.
"Nos sentimos acompañados, además es algo natural entre nosotros, ver el partido, que se pare todo, sufrir mucho, hasta el final. El partido de México se juega al mismo tiempo, había que verlo en algún lado y nos juntamos todos, uno sufre al momento del partido y no quieres estar escuchando los comentarios negativos" de los mexicanos, dice a EFE la ilustradora Inés Hüni.
EL COMPLEMENTO
Segundo tiempo. Divida por unos metros del campo de batalla argentino, la pantalla más grande de la zona está rodeada de unos 50 mexicanos que gritan ¡México, México! y que saltan con alaridos cuando Henry Martín anotó el primer tanto para el Tricolor, los mismos que enloquecieron cuando, minutos después, el segundo gol de Luis Chávez les devolvía la esperanza de alcanzar el pase a octavos de final.
Mientras, en la cancha argentina, los goles de Alexis Mc Allister y Julián Álvarez volvieron loca a la pequeña delegación de su país que pudo respirar más tranquila con su equipo arriba en el marcador y con el pase a la siguiente ronda.
Minuto 80. Con los nervios de punta, los mexicanos gritan y saltan por el tercer gol de su equipo que finalmente es anulado por uno de los jueces de línea. Insultos y rechiflas.
Sorprendemente, el grito de "¡México, México'!" se deja oír desde la cancha argentina. Los suramericanos saben que si los aztecas anotan gol, ellos amarran su pase a los octavos.
"Necesitamos un gol, de ustedes o de nosotros", dice nervioso un joven mexicano a otro argentino mientras va de un lado a otro para verificar los marcadores. "¡Vamos, Argentina!", remata con esperanza de que su equipo tenga un golpe de suerte.
Minuto 90. Argentina sabe que tiene la siguiente fase en la bolsa y los aficionados que ven el partido desde la FIL, también. Quizás por eso se resignan a que la trasmisión de internet se congele segundos antes de que el árbitro finalice el partido. Seguros y esperanzados apagan el televisor y le aplauden a su equipo.
Los aplausos opacan el grito de decepción del lado mexicano que ve como el jugador de Arabia Saudita anota el gol que les da el golpe en el corazón y los deja en la lona. Desde la pantalla los jugadores aztecas intentan otra jugada pero en el pasillo de la FIL los espectadores se han dispersado con la derrota a cuestas.
Fin del partido. México se va del Mundial y la FIL vuelve a ser el lugar de los libros.