¿Quién es el nuevo líder de gobierno de Bangladesh?
Muhammad Yunus, reconocido mundialmente por su trabajo en microfinanzas y ganador del Premio Nobel de la Paz, ha asumido un nuevo y crucial papel como líder interino de Bangladesh.
Esta inesperada designación se produjo tras la dimisión y huida de la primera ministra Sheikh Hasina, en medio de un mes de intensa violencia política en el país.
Yunus, de 84 años, es una de las figuras más destacadas de Bangladesh. Nació en 1940 en Chittagong y, tras obtener un doctorado en economía en Estados Unidos, regresó a su país en la década de 1970 para lanzar un proyecto que ofrecía pequeños préstamos a personas en pobreza extrema. Este proyecto evolucionó hasta convertirse en el Banco Grameen, fundado en 1983. El éxito de este banco, especialmente en la concesión de microcréditos a mujeres, inspiró iniciativas similares en todo el mundo, ganándo elogios internacionales y el Premio Nobel de la Paz en 2006.
A pesar de su renombre, Yunus se había mantenido alejado de la política hasta 2007, cuando intentó crear un partido político durante un periodo de gobierno provisional respaldado por el ejército en Bangladesh. Aunque su partido no perduró, esta incursión en la política lo colocó en el radar de figuras poderosas, incluyendo a Sheikh Hasina, quien se convertiría en su adversaria política.
Sheikh Hasina, quien asumió el poder en 2008, ha sido acusada por críticos de utilizar su influencia para perseguir a opositores, incluidos aquellos que podrían amenazar su gobierno, como Yunus.
En los últimos años, Yunus ha enfrentado una avalancha de procesos judiciales, acumulando 174 casos en su contra, que van desde acusaciones de corrupción hasta críticas por su gestión en el Banco Grameen. Sin embargo, defensores de los derechos humanos sostienen que estos cargos son parte de una campaña de intimidación política.
Ahora, Yunus se enfrenta a uno de los mayores desafíos de su vida: liderar un gobierno interino en un país marcado por la inestabilidad. Su designación como líder interino representa una esperanza para muchos, pero también un reto significativo en medio de la turbulenta situación política de Bangladesh.