El trayecto desde Honduras hasta llegar a Hermosillo le llevó 17 días de viaje arriba de uno de los vagones de la locomotora de Ferromex, tras su arribo el pasado domingo a la capital de Sonora, Rigoberto se prepara para tomar nuevamente el pasaje con rumbo a Caborca.
La pandemia no frena la necesidad de los migrantes, de luchar por una vida mejor. La inseguridad y la falta de oportunidades para un empleo remunerado, lo hizo dejar su país, a su esposa y tres hijos a quienes prometió reportar una mesada periódica para su manutención una vez que llegue a la meta fijada, Estados Unidos.
"Uno desde que sale, al menos mi persona , desde que salí de allá de mi casa voy para Estados Unidos, ya Dios sabrá".
"Un trabajo bastante bueno, (en Estados Unidos) porque yo he visto muchas cosas, y casos en persona de escasos recursos".
Al igual que 15 centroamericanos más que se instalaron a un costado de las vías ferroviarias a la salida norte de Hermosillo, Rigoberto se encontraba listo para trepar de nuevo al tren y llegar a la siguiente parada en Caborca donde se instalará unos días en el albergue de migrantes, pero aseguró y que en sus planes no está el quedarse a trabajar en Sonora.
"Sinceramente no, la verdad cómo le digo, no he buscado trabajo la verdad porque la idea es aquí nomás de pasada".
Esta es la primera vez que el hombre de 38 años de edad sale de Honduras para intentar cruzar a Estados Unidos y aunque viaja solo dijo sentirse siempre acompañado por Dios y los aventureros que viajan con él en los vagones del tren.
"Voy solo y de ahí ya no seque va a pasar, uno conoce personas cuando va en medio del camino y la verdad uno dice de allá, ?voy solo? pero no, es mentira uno no viene solo, viene acompañado".