México continúa como el principal socio comercial de Estados Unidos, una posición que ha mantenido de manera constante desde 2019, cuando superó a China en términos de intercambio comercial
En noviembre de 2024, el comercio bilateral entre ambos países alcanzó los 69,100 millones de dólares, representando el 15.4% del comercio global de la nación estadounidense, según la Oficina del Censo del Departamento de Comercio de Estados Unidos. En lo que va del año, el total del comercio entre las dos naciones ascendió a 776,000 millones de dólares, lo que equivale al 15.9% del comercio global de EE.UU.
Este intercambio entre México y Estados Unidos no es reciente. La relación comercial entre ambos países se consolidó de manera formal desde la firma del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994, un acuerdo que se renovó con el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2020, lo que facilitó aún más el comercio y la inversión entre las naciones. Gracias a estos tratados, México se ha convertido en un proveedor clave de bienes para Estados Unidos, especialmente en sectores como la manufactura, la automotriz y la agricultura.
Además de las exportaciones mexicanas hacia Estados Unidos, la inversión estadounidense en México también ha sido considerable, convirtiéndolo en un socio estratégico para la economía estadounidense
En 2023, las exportaciones de México a Estados Unidos sumaron un total de 476,600 millones de dólares, un incremento importante respecto a años anteriores, consolidando a México como el mayor proveedor de bienes para el país vecino.
En términos de posiciones comerciales, Canadá sigue en segundo lugar con 699,600 millones de dólares en intercambio bilateral, lo que representa el 14.3% del total de comercio de Estados Unidos. China, por su parte, ocupa el tercer lugar, con 532,400 millones de dólares, equivalente al 10.9% del comercio global de EE.UU.
Sin embargo, si esta relación se interrumpiera repentinamente, las consecuencias serían graves para ambas economías. México podría enfrentar una reducción en sus exportaciones hacia el mercado estadounidense, afectando particularmente a sectores clave como la manufactura y la automotriz. Esto tendría un impacto directo en los empleos dentro de México, especialmente en las zonas fronterizas y en los estados más industrializados.
La pérdida de este socio comercial obligaría a EE.UU. a buscar alternativas que podrían resultar en un aumento de costos y una reducción de la competitividad en ciertos sectores clave de su economía