Sara Guzmán: "Cuando te comes una empanada la debes de disfrutar y no debes de necesitar agua para diluirla".
La elaboración de las tradicionales empanadas es todo un arte. Desde que el maestro panadero comienza a mezclar la harina, la leche y otros ingredientes para crear la masa en la revolvedora, ya se antoja gritar "Padrino mis empanadas".
Sara Guzmán: "A los familiares, cuando bautizaban afuera del templo de San Francisco de Asís, la tradicional era, estaba ahí el panadero ofreciéndoles empanadas dulces, que son las tradicionales de Villa de Álvarez.
Ya con la masa lista, Fernando, maestro panadero con 35 años de experiencia, hasta parece estar jugando a la hora de pasar su rodillo sobre una bolita de masa y convertirla en una especie de tortilla ovalada; agrega el relleno, dobla y trenzar, dispersa el granillo y azúcar de color para distinguirlas de acuerdo a su sabor. Listas, directo al horno.
Fernando: "Aquí se hace lo que es de coco, piña, fresa, cajeta, leche".
Sara Guzmán: "Empezamos a las 4 de la mañana y terminamos ahora sí que hasta que el cuerpo aguante".
Después de casi 15 minutos en el horno, a una temperatura entre 160 a 180 grados, mmmmm salen calientitas, listas para disfrutarse, bien doraditas.
Sara Guzmán: "La empanada que más nos piden es la de leche, enseguida la de coco, tenemos la de cajeta, camote, camote con piña, fresa y piña".
El mero día de San Francisco de Asís, el 4 de octubre, en la panadería Morelos se llegan a elaborar de 2 mil hasta 3 mil empanadas para deleitar el paladar de los colimenses.