Los jóvenes le inyectan energía para atender su negocio

"Hace 9 años mi hijo estaba enfermo de una rodilla, osea está malo porque de chico estaba jugando futbol cuando se le salió el líquido de la rodilla y dijo, trabajaba en la obra y dijo que ya no podía subir ni bajar escaleras y le dije, vamos a idear algo, yo pensé en una librería o algo así pero me dijo, vamos a iniciar una fruta".

Es así como María Guadalupe junto con su hijo comenzaron con este proyecto. Al principio, solo vendían fruta picada, no obstante, las necesidades de los clientes fueron aumentando y con ello el negocio fue creciendo de a poco.

"Aquí había puras piedras, no había kiosko ni nada entonces ya empezamos trayendo poquita frutita, después ideamos los duros, el tejuino y lo que vendemos de esas cositas, nos hemos sentido bien me siento muy contenta con los niños, feliz de trabajar".

Su jornada inicia a las 5:00 am, pues tiene que preparar todo al día para ofrecer un producto de calidad. Aproximadamente a las 6:00 am llega su espacio ubicado sobre la avenida Camino Real de la capital colimense y se retira a las 15:00 horas.

A pesar de que la mujer ya tiene más de siete décadas de vida aún goza de la energía suficiente para levantarse cada mañana con actitud positiva y mucha alegría por servir a sus clientes.

"Ellos me quieren mucho me traen flores me traen regalos el día de la madre y me ayudan a servirse los duritos y soy feliz con ellos/ellos me inyectan energía me siento feliz, nací en 1944 ahorita tengo setenta y tantos años y me siento feliz porque vemos una generación y otra y los muchachos son, es que dicen que roban pero nunca me han robado, la gente grande si, ellos no, si me duermo ahí ellos me cuidan/aquí voy a estar hasta que el cuerpo aguante".