Nunca es tarde para aprender

Hace siete años Andrés Camacho Rodríguez, ya no pudo trabajar en Peña Colorada en Minatitlán, vio que ofrecieron un curso para enseñarle a las personas el oficio de talabartero, que es el arte de hacer artesanías con cuero. Pero él no alcanzó lugar. En su hogar se hospedó la persona que impartía estos cursos y así, Andrés aprovechó para observar las herramientas, así comenzó a aprender.

"Me dijo: -Un día voy a quedarme para decirle cómo haga sus huaraches- y yo tenía , de estos huaraches, así me los ponía y ya de esos huarachitos, que me quito uno, le compré la correíta, le compré la suelita, a ellos mismos y me la vendieron, les di setenta pesos por todo y ya me dijo: -me voy a quedar un día para decirle cómo haga sus huaraches, y no hubo día que se quedó."

Así que Don Andrés se puso a trabajar, entre que experimentaba y observaba las herramientas, terminó haciendo su primer par de huaraches de cuero, dejando impresionado al hombre que daba el curso, a partir de ahí siguió haciendo zapatos y aventurandose a confeccionar más artesanías.

"Me siento contento, orgulloso, porque nomás yo sólo sé hacer esto. Y luego de los cursos que le digo que hubo de huaraches, se enseñaron 20 personas y de esos 20 no hay ni uno que los siga haciendo ya."

Lo invitaron a Ranchitos para impartir cursos de talabartería para jóvenes, en donde se ganó siete mil pesos por ese curso, recompensa que le dio mucha alegría, pues lo que él había aprendido por su cuenta estaba rindiendo frutos. Y recuerda a todos que nunca es demasiado tarde para aprender.

"No para mí no, fíjese que me dio gusto que me haya enseñado y siento orgullo, viejo ya y me enseñé y todo lo que hago no se queda."