Rigoberto comparte su experiencia como pescador

Rigoberto Salazar se dedica a la pesca desde que tenía 8 años de edad, esta labor le apasiona. Su padre fue quien le heredó el oficio que ahora le permite tener productos frescos para ofrecer a sus clientes.

"Entre las amistades, mi padre, nos acostumbramos a eso, aquí nos criamos/toda mi vida siempre ha sido el mar".

La travesía inicia entre las 7:00  8:00 de la noche y retornan hasta las 8:00 o 9:00 de la mañana del siguiente día. El pescado y los mariscos que sacan se utiliza para realizar los platillos que ofrecen en su enramada. En ocasiones, también esta práctica la realiza en el estero que está a un costado de su espacio comercial, de donde sustraen, tilapia, mojarra, lisa, pardo, entre otros.

"A veces vamos al pez vela, al atún, a 20 millas para adentro/ bien relajado diario a veces se estresa uno porque es batalloso cuando tienes familia debo sacar adelante a la familia/ahorita lo que sale es huachinango".

Y aunque con el paso de los años el hombre ha aprendido a conocer el comportamiento del mar y cuando no es recomendable ir a pescar, recuerda que cuando era muy jóven, se perdió durante varios días en el océano junto con un grupo de pescadores.

"Cuando fuimos al tiburón nos perdimos, duramos tres días sin ver tierra, salimos para allá para Zihuatanejo, qué pensaban en ese momento? nada, que sea lo que Dios quiera, que nos eche la mano para salir nomás/llevábamos para sobrevivir y si no lo que agarraramos ahí pa´ comer ahí lo asoleamos".

Salazar Preciado, señala que esta actividad le ha dejado grandes enseñanzas y satisfacciones, por ello, no piensa dejar la pesca nunca, a menos que la vida o las circunstancias se lo impidan. Incluso, señaló que como pescador y en algún tiempo guardavidas, siempre deben tener en claro que en algún momento pueden perder la vida realizando lo que más les gusta.

"Nacimos aquí para vivir y para morir/hasta que Dios me diga ya no".