Este viernes, 13 de diciembre, Siria vivió una jornada histórica.
Decenas de miles de personas se agruparon en las calles de Damasco y otras grandes ciudades bajo los colores de una nueva bandera que aún no es oficial, pero que representa la esperanza y la unidad de un pueblo que celebra el fin del régimen de Bashar al Asad. Con los colores verde, blanco y negro y tres estrellas rojas, la bandera simboliza un nuevo ciclo para Siria, marcado por la caída de un gobierno que duró más de 50 años.
En la Plaza de los Omeyas, uno de los lugares más emblemáticos de la capital, miles de ciudadanos se unieron para conmemorar el cambio de poder. El evento fue una clara afirmación del fin del régimen de al Asad, quien huyó del país seis días antes, y el inicio simbólico de un nuevo gobierno.
La manifestación reunió a una gran diversidad de personas, desde militantes islamistas hasta liberales y campesinos, todos unidos bajo un mismo símbolo de renovación.
La nueva bandera que ondeó en las calles sirias fue la que representó a Siria durante sus primeros años de independencia, antes de la influencia francesa. Esta bandera fue un emblema patriótico que los sirios perdieron, pero que ahora esperan recuperar, como explicó Yazen al Masry, un farmacéutico de Damasco.
"Es una bandera muy bonita y nos representa", dijo al referirse a un diseño que, según él, refleja la libertad que finalmente el pueblo sirio recobrará.
En el norte de Siria, el Organismo para la Liberación del Levante (HTS) ya había utilizado una bandera similar en los territorios que controlaba, pero con la adición de la shahada, la profesión de fe islámica.
Sin embargo, en la capital, no se observó este símbolo religioso, lo que reflejó la unidad de los diferentes grupos que compartían el mismo sueño de una Siria libre y soberana.
La jornada estuvo marcada por una atmósfera de celebración. En las calles, los ciudadanos cantaban, bailaban y se tomaban fotos bajo las banderas. Los vehículos tocaban el claxon mientras los comerciantes, rápidamente, llenaban las calles con banderas, carteles y otros recuerdos de la nueva Siria. La escena contrastaba con los días previos, donde cualquier tipo de manifestación estaba restringida.
Aunque la seguridad estaba garantizada por los "muyahidines" que se unieron a la fiesta, no hubo temores ni intimidaciones. Las celebraciones fueron pacíficas, a pesar de la mezcla inusual de personas de diferentes clases sociales, edades y creencias religiosas. Hisham Daud al Kurdi, uno de los participantes, expresó: "Este es el mejor día de mi vida. Los días de liberación son los mejores para el pueblo sirio".
Las celebraciones no se limitaron a la capital. También se registraron movilizaciones en otras ciudades clave como Hama, Latakia, Tartus, Deraa y Al Sueida. Ahmed al Charaa, líder insurgente del HTS, hizo un llamado a la población a celebrar de manera pacífica, y así fue en la mayoría de las regiones del país.
A medida que la nueva bandera se levantaba en los cielos de Siria, los ciudadanos de todo el país mostraron que, más allá de las diferencias, la unidad bajo este nuevo símbolo de esperanza es lo que realmente importa. La caída del régimen de Bashar al Asad marca el inicio de una nueva etapa para Siria, un futuro lleno de promesas para la reconstrucción y la libertad.