Adultos mayores enfrentan pobreza extrema

Viven en un pequeño jacal donde enfrentan grandes carencias. No tienen acceso regular a alimentos, luz, agua potable ni medicamentos. Marina Acosta, de 64 años, y Manuel Aguilar, de 68 padecen enfermedades crónicas que les han impedido seguir trabajando. Marina sufre de un problema de cadera que le dificulta incluso subirse a un autobús, mientras que Manuel, quien no puede caminar, padece problemas pulmonares.

Su situación es desesperante, dependen principalmente de la ayuda de una cuñada y una vecina, quienes ocasionalmente les llevan alimentos, despensas y medicamentos, sin embargo, hay días en que esa ayuda no llega, dejándolos sin lo básico para sobrevivir. Sus dos hijas, que también enfrentan dificultades económicas, no pueden brindarles apoyo.

Esto obliga a Marina a buscar pequeños trabajos, como limpiar casas o cuidar niños, para generar algo de ingreso, sin embargo, esos trabajos son esporádicos y no cubren las necesidades mínimas de la pareja.

La situación de Marina y Manuel refleja un problema más amplio en la ciudad: la falta de apoyo para las personas en situación de vulnerabilidad. Piden a las autoridades que presten atención a los sectores más desprotegidos, donde muchas familias enfrentan circunstancias similares. La precariedad en la que viven no es única, pero sigue siendo ignorada. Marina y Manuel, como muchos otros, se encuentran en una lucha diaria por sobrevivir, sin acceso a los recursos más básicos y con pocas esperanzas de que su situación cambie.