Calor y sequía históricos

La prolongada sequía que afecta a Durango desde 2023 ha causado estragos severos en el sector agrícola, generando una crisis que se ha extendido también a la capital del estado, donde se han experimentado condiciones climáticas extremas de calor.

En el campo duranguense, la sequía ha sido especialmente devastadora, afectando la producción de cultivos y el ganado debido a la falta de agua. Sin embargo, los efectos del clima adverso no se limitan solo a las zonas rurales, ya que en la ciudad de Durango también se han sentido los impactos del intenso calor.

Cada mes en Durango tiene un histórico de temperaturas, con registros específicos que varían según la temporada del año. Por ejemplo, el histórico para el mes de abril es de 37.5 grados centígrados, una cifra que, sorprendentemente, aún no se ha alcanzado a pesar de las condiciones climáticas extremas.

Además del calor, otro problema grave asociado con la sequía son los incendios forestales, que se han vuelto más frecuentes y destructivos debido a la combinación de altas temperaturas y la escasez de lluvias. Estos incendios representan una seria amenaza para la biodiversidad y la salud de los ecosistemas naturales de la región.

Hasta el momento, no se dispone de un pronóstico preciso para los meses venideros en Durango. Sin embargo, de acuerdo con la información recabada por la Comisión Nacional del Agua, existe la posibilidad de que durante los meses de junio o julio se alcancen temperaturas que igualen o superen los 41 grados centígrados registrados en el año 2023 durante el mismo período de tiempo.

Ante esta situación, es fundamental tomar medidas preventivas y de mitigación para hacer frente a los efectos de la sequía y el calor extremo. Esto incluye el uso responsable del agua, la implementación de prácticas de conservación del suelo y la vegetación, así como la adopción de medidas de prevención de incendios forestales.

Además, es importante concienciar a la población sobre la importancia de adaptarse a los cambios climáticos y tomar medidas para reducir su impacto en el medio ambiente. La gestión sostenible de los recursos naturales y la promoción de prácticas agrícolas y ganaderas resilientes al clima son clave para garantizar la seguridad alimentaria y el bienestar de las comunidades duranguenses en el largo plazo.