Doña Lupita es afectada por las bajas ventas
A sus 64 años, doña Lupita ha pasado los últimos ocho vendiendo tacos dorados, champurrado y tamales frente al hospital general del ISSSTE Santiago Ramón y Cajal. Su pequeño puesto, ubicado en una zona transitada, depende del flujo constante de personas. Sin embargo, esta Navidad será diferente: no habrá celebraciones ni descanso.
"La economía está muy difícil. Las ventas han bajado mucho, y aunque pasa mucha gente, ya no compran igual", comenta mientras atiende su negocio. Para doña Lupita, lo más importante es garantizar lo básico para su familia, lo que significa que no puede permitirse cerrar ni siquiera en Nochebuena o Navidad.
Mientras muchas familias estarán reunidas alrededor de una cena navideña, ella estará detrás de su puesto de comida, trabajando como cualquier otro día. "Si no trabajo, no hay para comer. Así de simple", señala con resignación.
La situación económica no solo ha impactado sus ventas, sino también sus planes personales. Este año, la tradición navideña de preparar algo especial en su hogar ha quedado fuera de su alcance. Su prioridad es juntar lo suficiente para cubrir las necesidades básicas y mantener su negocio operando.
La historia de doña Lupita es un reflejo de la realidad de muchos pequeños comerciantes informales, quienes enfrentan la crisis económica en un contexto de desigualdad. Para ellos, las festividades pasan a segundo plano, mientras la lucha diaria por subsistir continúa, incluso en una época del año marcada por la unión y el descanso.