El derecho humano de la Salud Mental
La salud mental, a menudo relegada a un segundo plano en las conversaciones sobre bienestar, merece ser reconocida y tratada como lo que verdaderamente es: un derecho humano fundamental. Aunque la Constitución no la mencione de manera explícita, es imperativo que las instituciones, incluida la Comisión Estatal de Derechos Humanos, asuman la responsabilidad de garantizar este derecho esencial para todos.
Los especialistas alertan sobre la creciente negligencia de este tema crucial, que cada día revela facetas más complejas y desafiantes. Trastornos como la depresión y la ansiedad, así como comportamientos de autolesión, son claros indicadores de la urgencia de abordar adecuadamente la salud mental. A estos se suma el alarmante abuso de sustancias, que complica aún más el panorama, generando lo que se conoce como patologías duales, situaciones que demandan una atención especializada y comprensiva.
La carga de estos desafíos no solo recae sobre los individuos afectados y sus familias, sino también sobre los organismos encargados de defender y promover los derechos humanos. La Comisión Estatal de Derechos Humanos se encuentra frecuentemente en primera línea, enfrentándose a casos que no solo ponen a prueba la fortaleza de nuestra sociedad, sino que también desafían la resiliencia de aquellos comprometidos con la defensa de estos derechos.
Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el acceso a la salud mental no es un privilegio, sino un derecho inalienable. Enfrentar y superar los traumas requiere de un compromiso inquebrantable hacia la atención y el cuidado de la salud mental. Este enfoque destaca varios derechos fundamentales frecuentemente vulnerados en personas con problemas de salud mental, entre ellos, la igualdad ante la ley, la autonomía para tomar decisiones propias, protección en situaciones de riesgo, acceso a atención de calidad, respeto a la integridad física y mental, y la privacidad.
La pregunta que surge entonces es ineludible: ¿Ha experimentado alguna vez una violación de estos derechos por parte de alguna autoridad? La reflexión sobre esta cuestión no solo es vital para aquellos directamente afectados, sino para toda la sociedad, que debe avanzar hacia un entendimiento más comprensivo y una acción más decidida en la protección de la salud mental como un derecho humano fundamental.