Era la noche del 14 de junio del 2002 y se realizaba el mundial de futbol en Corea y Japón de manera compartida. La selección mexicana enfrentaba a los italianos en un partido de mera importancia para la continuidad del tricolor en el certamen.
El marcador era cero por cero y el ritmo de juego favorecía poco a poco a los mexicanos, que con un educado toque, habían comenzado a tomar el rumbo del partido. Al minuto 34 un centro medido de Cuauhtémoc Blanco se convirtió en una obra de arte con un cabezazo de Jared Borgetti que dejó como estatuas a Paolo Maldini y Gianluigi Buffon, de los mejores del mundo en su posición.
El partido terminaría empatado, pues los azurris empatarian con gol de Alessandro del Piero. La selección dirigida por Javier Aguirre calificó en primer lugar con 7 puntos y terminaría eliminada por Estados Unidos en 16avos de final.