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14 de Noviembre del 2024
Deportes

Insólito autogol da empate al Atlético de Madrid

Insólito autogol da empate al Atlético de Madrid

Redacción: Iñaki Dufour/EFE

Con dos goles en sus dos únicos remates, con una pegada fuera de lo normal, el Villarreal se postuló como ganador hasta la última jugada, hasta la cesión de cabeza de Aissa Mandi, que sorprendió a Gerónimo Rulli y que terminó en un gol imprevisto e impropio, que salvó un punto del Atlético de Madrid.

En el minuto 95, cuando el árbitro se disponía a pitar el final, cuando un pase a la nada terminó en poder de Mandi, que hizo lo más fácil: ceder atrás la pelota. Rulli no estaba en su sitio, intuyó otra situación, no pudo reaccionar a tiempo para evitar un empate que, por otro lado, aligeró la injusticia con el equipo rojiblanco.

A punto de ganar por primera vez a Diego Simeone, con el plus de convicción y confianza que supone para cualquier equipo vencer en un estadio como el Wanda Metropolitano, la casa del actual campeón, más aún con todo lo que había soportado y sufrido el Villarreal hasta entonces, Unai Emery no se lo creía. Ni en sus peores imaginaciones.

Pero el único aspecto que ganó el conjunto castellonense en los 90 minutos es el más decisivo, es el que tantas veces -por ejemplo hace sólo siete días contra el Elche- ha dirigido al Atlético al triunfo; la contundencia que marca la diferencia sea cuál sea el juego, porque el conjunto local jugó mucho más que su adversario.

No le bastó al actual campeón cuando divisaba el liderato de LaLiga Santander, porque Yeremi Pino, primero, sorteó a dos rivales para invitar al derechazo goleador a Manu Trigueros, en el minuto 52, y porque, después, ya con el 1-1 anotado por Luis Suárez en el 55, compitió por un balón que no era suyo, aprovechó el error de Savic y entregó al debutante Danjuma la ocasión de ganar: 1-2. En las dos situaciones, al joven extremo le benefició un rebote.

Nada justo con todo lo que propuso el Atlético, que jugó como el campeón actual del torneo que es y con la pretensión de ser el líder que le ofrecía ya la tercera jornada. En comparación con las dos primeras citas con otras tantas victorias, el equipo rojiblanco jugó mucho mejor. Y demostró y mereció más de lo que logró: un punto.

Porque en su partido contra el Villarreal, el vigente campeón de la Liga Europa, competidor también en la Liga de Campeones, un rival de altura y estructura, tan preparado por Unai Emery, incluso con un armazón de seis atrás cuando aguardaba en el repliegue, desató por momentos la versión más imponente del Atlético, cuando descarga toda su ambición sobre el rival, cuando presiona y juega a toda rapidez, cuando tiene terreno para correr, proponer y desbordar, como hacen Carrasco y Lemar, cuando se percibe capaz de todo, por más que tal riesgo lo exponga en su retaguardia, donde sí permitió en exceso.

Y cuando Koke está en ese modo omnipresente, con el que predice y canaliza todo lo que surge en el partido, con balón o sin él. Juega y hace jugar. Pero también recupera la pelota, porque su sentido táctico lo ubica casi siempre en el sitio exacto. Desde su fútbol, el Atlético se rebeló contra el plan que le propuso el Villarreal, aún sin una constancia absoluta, tan compleja en todo un partido.

El Villarreal sostuvo la pelota más por control que por ambición, en un ejercicio cansino que casi nunca se atrevió a dar un paso más, salvo fallo ajeno, como el que habilitó a Gerard Moreno dentro del área, o los goles; el Atlético, aliviado cuando una entrada de Correa fue amarilla y pudo ser más en el primer acto, manejó el balón con un único destino, la portería rival, lanzado por Lemar y Carrasco, que desmontaron casi siempre el flanco derecho oponente.

El Atlético encuentra inspiración en la velocidad. Le faltó el gol en el primer tiempo. Y en el segundo. Más Luis Suárez, que luego apareció a su cita en su primera titularidad del curso. Aún sin la intervención decisiva de su '9', su goleador más infalible, el 0-0 al descanso era una cuestión de milímetros. Porque entre Rulli y el poste despejaron un remate de Lemar, porque Capoue se cruzó al tiro de Carrasco y porque Mandi repelió el cabezazo de Trippier.

Al intermedio, las estadísticas de LaLiga mostraban 13-0 en remates en contra del Villarreal, resistente y poco más en el Wanda Metropolitano en la primera mitad, pero, de pronto, en la segunda, en su primera ocasión, en su primera aproximación, acertó con una rotundidad inesperada, incisivo en su primer lanzamiento a portería: la jugada fue de Yeremi Pino, la culminación de Manu Trigueros.

El Atlético lo había hecho todo hasta entonces por ganar. Y perdía. Pero ni siquiera tal contratiempo rebajó su superioridad. Su empate también fue de repente, por la fe de Marcos Llorente, por la imprecisión del propio Villarreal en un saque de banda en su territorio, al lado de su córner, por la asistencia de Correa y por Luis Suárez, que lo aprovechó todo eso con un gol certero (1-1).

En tres minutos, el equipo rojiblanco había igualado el partido. En tres minutos, por un fallo impropio de este nivel, había cedido el 1-1 el Villarreal, con todo lo que le había costado aproximarse al área de Oblak, más pendiente de jugar con el cronómetro que con el balón, con todo un mundo aún por competir y con media hora por jugar, los últimos 20 sin Luis Suárez, que se retiró cojeando.

En el minuto 74, fue el momento, imprevisto, del Villarreal. Y otra vez de Yeremi Pino, que aprovechó la indecisión entre Savic y Giménez y el fallido despeje del central montenegrino para regalar una victoria a su afición y a Danjuma, el goleador del 1-2, que no lo fue por un fallo mayúsculo, por un regalo entre Mandi y Rulli.









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