Mientras muchas familias celebran la Navidad con cenas y regalos, para otras, como la de Epitacia Guzmán, es un día más marcado por la necesidad. Epitacia vive con su esposo y dos hijos en la colonia Villarreal, una zona de extrema pobreza donde las casas, hechas de lámina y madera, apenas protegen del frío. Con servicios provisionales de agua y luz, su realidad contrasta con el ambiente festivo de otros hogares.
Uno de sus hijos vive con discapacidad, mientras que el otro enfrenta problemas de salud. La falta de oportunidades laborales en la colonia obliga a la familia a depender de la pensión del padre, que apenas alcanza para cubrir alimentos básicos. En su hogar no hay adornos, cenas ni regalos, solo la lucha diaria por subsistir.
En contraste, las fiestas decembrinas son una temporada de alto consumo, impulsadas por aguinaldos y otros beneficios laborales. Sin embargo, esta prosperidad no llega a todos. Según el CONEVAL, el 36.3% de la población en México vive en pobreza, lo que equivale a 46.8 millones de personas. De ellas, 37.7 millones enfrentan pobreza moderada y 9.1 millones están en pobreza extrema.
La historia de la familia Guzmán refleja la realidad de miles de hogares que pasan estas fechas sin poder disfrutar del espíritu navideño. Más allá de las celebraciones, su situación pone en evidencia la urgencia de implementar políticas que garanticen oportunidades y apoyo constante a las comunidades vulnerables.
La pobreza no puede seguir siendo una constante para millones de personas. Es necesario que las autoridades y la sociedad en general enfoquen esfuerzos en generar cambios estructurales que permitan a las familias salir de esta situación.